La concesión de los Premios Nobel ha sido siempre un acontecimiento feliz en el Mundo y más, si cabe, en Europa, ya que estos se entregan tanto en Estocolmo como en Oslo. Ahora, emponzoñado por la política todo, somos testigos del vergonzoso espectáculo que se está dando con los premios de este año. Fallados los de Medicina, Física, Química, Literatura y hoy el de la Paz, leemos declaraciones de todo tipo acerca del fallo de este último, desde el desacuerdo de la Casa Blanca hasta la felicidad de los opositores a la dictadura de Maduro en Venezuela, pasando por los izquierdistas recalcitrantes en España que han cargado contra Corina Machado llamándola golpista y criminal, de pena.
Teniendo en cuenta que los premios son siempre subjetivos -nunca llueve a gusto de todos- y que podrían esgrimirse cientos de argumentos en contra o a favor, los Premios Nobel los concede una institución privada, siendo un galardón internacional que se otorga cada año para reconocer a personas o instituciones que hayan llevado a cabo investigaciones, descubrimientos o contribuciones notables a la humanidad en el año anterior o en el transcurso de sus actividades. Los premios se instituyeron en 1895 como última voluntad de Alfred Nobel, industrial sueco, y comenzaron a entregarse en 1901.
Lo que faltaba es que ahora tuvieran que tener en cuanta para el premio las declaraciones de un presidente, de los lobbys de poder, o de las majaderías que se vierten cada día en las malditas redes sociales.
Sé que las comparaciones son odiosas y posiblemente me equivoque de pleno dados mis años, pero difícilmente se podrá superar una era mundial tan negra como ésta, al menos desde que acabó la 2ª Guerra Mundial.
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