Escuchaba hace un momento Radio Clásica en el coche -creo recordar que se trataba del Nocturno nº3 de Chopin-, pieza de piano que no acababa de sonar cuando llegué al bar para tomarme mi segundo café de la mañana, el que actúa a modo de agua fría en la cara, aunque nunca la definitiva. Ento, saludo, buenos días, y me sirven el café sin pedirlo porque ya uno es viejo, de la casa, y conocen bien sus gustos. Recuerdo ahora que un buen amigo me dijo en alguna ocasión, cuando te sirven en un bar sin pedir es el momento de cambiar de bar.
Así, con la música de Chopin en la cabeza y el cortado demasiado dulce por la sacarina -debo pasarme a medio sobre, como máximo-, sonaba la radio, un poco alta para mi gusto, también con música.
Si Chopin se lamentaba al piano en el coche, en la cafetería era Estopa quien, cual bardos, cantaba a su amante perdida:
♪ Por la raja de tu falda yo
Tuve un piñazo con un Seat Panda.
Por la raja de tu falda yo
Rompí tres cuerdas de esta guitarra.
Por la raja de tu falda
Yo tuve un siniestro con un Seat Panda ♪
Así, con el verso en los labios, terminé el café. Tal poesía lo dice todo, no escribiré más, no podría.
♫
Chopin, *Nocturno Nº 20.
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