Cuando estudiaba Arquitectura, allá por el siglo pasado, asistí a una cena en casa de unos amigos donde los invitados eran, en general, muy pijos. Así, entre una conversación y otra llegamos a comentar algo de política, no recuerdo exactamente qué, pero donde pude dar mi opinión al respecto que, digámoslo educadamente, disentía con el andar de la perrita. Tras mi alocución la cosa continuó como si nada hasta que mi amiga me contó lo que le había pasado hacía un momento.
Mi buena amiga, que compartía mis tendencias políticas, me comentó que se le había acercado uno de sus amigos, ojiplático, diciéndole:
> Tu amigo éste de Tenerife, es de poca monta ¿verdad? Tal cual me lo contó y tal cual lo recuerdo.
A lo que ella contestó muy seria, genio y figura:
> ¿De poca monta? pero ¿no has oido hablar de él? Es de una de las familias de más nobleza de Tenerife, lo más de lo más.
A partir de ese momento, el amigo pijo, tonto donde los hubiera o hubiese, y al que alguna vez me he vuelto a cruzar en las Palmas y que, posiblemente ni me recuerde, intentó entablar conversación conmigo como si de un marqués se (me) tratase.
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
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Rubén Blades & Willie Colón, *Plástico.
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