Pocas veces ya, en esta profesión mía, perdido el romanticismo como de casi todo en esta vida -sí, lo sé, maldito cinismo-, me encuentro con un hecho que me devuelve la fe en la construcción y me dice que esto se me da bien, modestia aparte. Terminando dos viviendas gemelas en La Laguna, ayer colocaban el vidrio del lucernario central de una de ellas. Cubre el patio que es, además, el corazón de la casa. Del resultado estoy muy contento, ¿no se nota?
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Win Mertens, *Struggle for pleasure.
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