Vimos anoche la película "Un lugar tranquilo" (Quiet place), película angustiosa por su temática, por su silencio. Hemos visto tanto cine, leído tanta literatura, sobre invasiones extraterrestres de nuestro planeta, que uno se pone tan fácilmente en la piel de los protagonistas que sólo ese hecho ya da miedo. En este caso se parte con una premisa muy ingeniosa, los extraterrestres son ciegos pero tienen un oído muy desarrollado, de manera que la Tierra se vuelve silenciosa. En este nuevo mundo no hay lugar para los errores, se anda descalzo sobre arena, se habla con lenguaje de signos, de da a luz sin gritos... No hay lugar para la depresión, o estás al 100% o se acabó.
Me hizo recordar una entrevista al psiquiatra Rojas Marcos, máxima figura de los hospitales públicos de Nueva York. En la entrevista hablaba de la nueva urgencia del ser humano por ser feliz, la urgencia de alejar rápidamente la tristeza, la pena. Hablaba de la obsesión de tomar pastillas cuando uno pasa por un hecho triste como la muerte de un ser querido; hecho que requiere un tiempo de duelo, de luto, de tristeza. ¿Debemos tomar pastillas para mitigar el dolor? No, el dolor es parte de la vida, como la felicidad. Ahora, si este duelo dura más tiempo de lo normal es señal de un problema, como lo sería si uno no sintiera nada al morirse un ser querido. ¡Una pastilla por favor! parece ser ahora la frase más escuchada ante una muerte. Abusamos de la palabra depresión, se ha convertido en una manera de hablar tan automática que todos pasamos por depresiones constantemente.
Me encuentro triste; estoy deprimido. Hoy estoy más preocupado de lo normal; estoy deprimido. No llego a fin de mes; estoy deprimido. Tengo mucho estrés; estoy deprimido. Siento ansiedad; estoy deprimido. Este año me quedo sin vacaciones; estoy deprimido. He engordado; estoy deprimido. Juventud divino tesoro; estoy deprimido. Y así una y otra vez caemos en la depresión tantas veces como nos da sed o sueño.
Si es verdad que estamos deprimidos, es algo muy serio, no cabe duda. No tenemos ganas de salir, de levantarnos de la cama, de ducharnos, de sociabilizar, de nada. Es un momento muy duro que hay que sobrellevar con ayuda, la que sea, médica, familiar, etc. Si lo que tenemos es otra cosas pues a la carga, a buscar una solución si está en nuestras manos, y si no la está pues a buscar ayuda también. ¿Qué porcentaje de depresiones habrá en el tercer mundo donde no tienen ni para comer? Sólo me pregunto.
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