Los ecologistas ultiman el salto sin red a la política
Uralde lidera el movimiento más serio en décadas para crear un partido verde - En Europa triunfa la ecología, ¿por qué no en España? - El abandono del medio ambiente tendrá costes para el PSOE .RAFAEL MÉNDEZ 15/08/2010
El salto a la política que prepara Juantxo López de Uralde con el apoyo de todos los grupos ecologistas es de resultado imprevisible. Los optimistas tienen motivos para pensar que tendrá éxito. Las encuestas reflejan una preocupación ciudadana por el tema similar al del resto de Europa, el PSOE ha olvidado la ecología - abandono que tendrá costes- y el desencanto con los grandes partidos les puede dar alas. Ya toca un partido verde. Ahora o nunca. Los pesimistas esgrimen que la crisis económica dificulta la opción, que la gente quiere un empleo y no cambio climático, y que los verdes no lograrán superar su atávica división. El resultado será de todo o nada, el tiempo dirá. Mientras tanto, el ecologismo español vive una excitación única.
Uralde estuvo preso en Copenhague tras colarse en la cena de gala de los casi 190 líderes que acudieron a la Cumbre del Clima. Les echó a la cara que no actuaran ante el cambio climático y que se limitaran a hablar. Eso le dio visibilidad entre el gran público, pero no es un recién llegado.
Durante 10 años ha dirigido Greenpeace en España, donde tiene 105.000 socios. "Greenpeace en España tiene tanto peso y poder como en Francia", explica Uralde por teléfono, y aclara por si hay suspicacias que las cifras no están infladas. No serviría de nada, alega, porque Greenpeace se financia exclusivamente a través de sus abonos, no acepta patrocinios ni dinero estatal.
Tampoco es un desconocido en el sector Alejandro Sánchez, que durante los últimos 19 años ha dirigido SEO/Birdlife, una de las cuatro grandes ONG de medio ambiente y que el viernes confirmó que deja la organización y apuntó que se irá con Uralde.
Uralde y Sánchez son las caras visibles de un proceso de unión más amplio. La tercera pata es el Partido Verde Europeo, cuarta fuerza política en la Eurocámara y que apoya la iniciativa. "Ellos no pueden permitirse que en el país con el quinto PIB de la UE solo obtengan un diputado [Raúl Romeva, de ICV] y apoyan el proceso de unión", dice Florent Marcellesi, portavoz de la Coordinadora Verde, grupo que aporta al proyecto asambleas y grupos de activistas desperdigados por España.
Otro de los pilares de la futura formación es ICV, un partido con un diputado en el Congreso, Joan Herrera, presencia en el Gobierno catalán y en Bruselas y miembro del Partido Verde Europeo. Su distanciamiento de Izquierda Unida es cada vez mayor. Desde hace dos años, todos estos agentes hablan de unirse por fin, de concurrir juntos a las elecciones y de acabar con la anomalía de que los verdes no existan en España. De momento formarán una fundación -aún no tienen nombre- para aglutinar a todo el mundo y buscar apoyos para llegar a las elecciones generales de 2012 y a las europeas de 2014 (donde el sistema electoral de circunscripción única no penaliza a los partidos pequeños). Si llegan a las municipales y autonómicas de 2011 será como una prueba. No hay apenas tiempo.
Confían en acabar con "la anomalía" de que solo Herrera empuje a favor del medio ambiente en el Congreso. Él "no da de sí", en palabras de Sánchez. Cuando la Comisión de Medio Ambiente del Congreso debate en una misma mañana varios proyectos de ley es frecuente ver a Herrera enfrascado entre un montón de papeles para intentar enmendar normas sin nada que ver entre sí.
No aspiran a emular a Los Verdes alemanes, que en las federales de 2009 obtuvieron el 10,7% de los votos y el 17% en Berlín. Pero sí se miran en Europe Écologie, el partido francés que en las europeas de 2009, liderados por Daniel Cohn-Bendit, José Bové y la juez Eva Joly obtuvieron 13 eurodiputados y el 16,28% de los votos.
Uralde critica que "el medio ambiente está ausente en España de la discusión política. La discusión sobre el modelo energético se basa en atacar a las renovables. En Europa hay un 10% de votantes ecologistas y creemos que en España pueden converger muchos sectores en ese porcentaje".
Con el título Montar Europe Écologie en España: algunas reflexiones y propuestas presentó el pasado 31 de julio Marcellesi su plan ante la II Universidad Verde de Verano que se celebró en Beire (Navarra). Allí estaban todos los que son y se dio el pistoletazo de salida a la formación, con el objetivo de empezar en septiembre. Según Marcellesi, la ex ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona estuvo invitada, pero dijo a los organizadores que le era imposible asistir.
Narbona, que desde 1982 ha ocupado cargos en Administraciones del PSOE, sería el golpe de efecto perfecto, como admiten los impulsores. Pero vive de embajadora ante la OCDE en París, y dejar el coche oficial y el pasaporte diplomático es un paso complicado. Así lo consideran fuentes de la formación.
La salida de Narbona del Ejecutivo, en 2008, y la sustitución por la gris Elena Espinosa -desconocida para más de la mitad de la población pese a llevar más de seis años como ministra con enormes competencias- es uno de los motivos que alientan la aventura. "Zapatero abandonó el medio ambiente en 2008 y fue un adelanto de lo que vendría después: el abandono social. Vivimos una crisis económica grave, pero también una crisis ambiental que nos lleva al abismo y cada vez más se ve que el ecosocialismo ofrece respuestas que ningún partido da", resume Uralde.
El partido será de izquierdas, pero distanciado de la izquierda tradicional. Un ejemplo son las subvenciones a la fuente de energía que más gases de efecto invernadero emite: el carbón. El Gobierno insiste en cumplir su plan de apoyo al carbón, empeño personal de Zapatero por sus vínculos con Rodiezmo (León). El plan del carbón parece intocable, al contrario del Pacto de Toledo o el del sueldo de los funcionarios. Los sindicatos e IU, pero también el PP, lo apoyan. "Esas subvenciones son un disparate y habría que eliminarlas ya. Todo el mundo habla de los mil empleos que da el carbón, pero nadie se preocupa de los 30.000 trabajos destruidos en el sector de la energía solar por el Gobierno", resume Uralde, que ve muchos más campos de espacio político único: "Hemos visto que todos los partidos nacionales apoyan los toros. Nosotros nos opondríamos".
Hay más diferencias con la izquierda tradicional. Un sistema fiscal ecológico tiene mucho de impuestos indirectos -sobre carburantes, residuos, electricidad...- para penalizar el derroche de materias primas y premiar la eficiencia, algo que choca con la predilección por los impuestos directos para no cargarlos sobre los que tienen menos recursos.
El profesor de Sociología Medioambiental de la Universidad de Barcelona, Joaquim Sempere, cree que no es descabellado que tenga éxito: "Los votantes aparecen cuando hay un proyecto atractivo y creíble y hasta ahora ha faltado liderazgo para hacer converger a los distintos verdes". Sempere añade que para el proyecto es positivo el desencanto de la izquierda con Zapatero y de los votantes con la clase política en general, en el sentido de que le puede dar votos, pero advierte de que la crisis juega en contra: "La crisis a veces se da de patadas con el ecologismo. Las ayudas a la industria del automóvil son un disparate ecológico, pero no sé si es muy popular oponerse a ello".
¿Están preparados los españoles para apoyar una opción ecológica? Hay indicios contradictorios. Allí donde se ha puesto un sistema de bicicletas públicas ha funcionado, y en el primer semestre del año el 40% de la electricidad española ha sido renovable (una cifra estratosférica solo al alcance de Alemania y Dinamarca). Según eso, no parece que haya nada en el ADN hispano contra el medio ambiente. Que los alcaldes que más han destrozado su costa sean los que más votos saquen no implica que no haya una minoría lo suficientemente amplia como para tener representación parlamentaria. El último Eurobarómetro sobre el asunto resalta que el 5% de los españoles sitúa el deterioro del medio ambiente entre los dos problemas que más le afectan. La cifra está lejos del 24% de Suecia, pero exactamente en la media de los Veintisiete.
Sin embargo, como explica el catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Málaga y experto en la evolución del ecosocialismo, Ángel Valencia Sáiz, una cosa es lo que se declara en las encuestas y otra la actitud diaria. "Estamos a punto de publicar un estudio para el CIS [Centro de Investigaciones Sociológicas] en el que se demuestra que en sus comportamientos hacia el medio ambiente los españoles están muy lejos de lo que declaran en las encuestas". No es lo mismo decir que uno quiere coches poco contaminantes que pagar un poco más por ellos. Cuando las organizaciones ecologistas anunciaron que irían ante el Ministerio de Industria a exigir el cierre inmediato de Garoña, los responsables ministeriales esperaban una avalancha, pero descubrieron que solo acudió un centenar de personas. Luego sí ha habido concurridas movilizaciones -para ser zonas rurales- contra la eventual instalación del almacén nuclear. Calibrar su representatividad real no es sencillo.
Marcellesi se muestra convencido de que es el momento. "Tenemos las cuatro patas montadas: la personalidad de Uralde, las bases de los verdes, el Partido Verde Europeo e ICV, que ya está en España. Con la situación actual el salto hay que darlo ahora o nunca".
Se trata de un salto porque sí ha habido antes diputados verdes -uno en el Congreso y experiencias en Parlamentos autónomos-, pero siempre de la mano de otros partidos. Ladislao Martínez, que lleva en el movimiento ecologista desde 1979, destaca que inmediatamente después del referéndum de la OTAN, "en el que se vio que había un gran movimiento pacifista con una componente ecologista, el PCE funda Izquierda Unida y absorbe a esos grupos. En Alemania no ocurrió y por eso en los setenta se crearon Los Verdes". Valencia resume que "el ecologismo fue aire fresco en democracias aburridas, pero ese no era el caso de España, marcada aún por la Transición".
El PSOE pactó con Los Verdes en 2004 y les cedió un diputado al Congreso y otro a la Eurocámara. Al presentar la alianza el coordinador de campaña socialista, Jesús Caldera, anunció que, de ganar las elecciones, cerrarían todas las nucleares en 20 años. El Ejecutivo ya ni quiere recordar aquella rueda de prensa y se arrepintió pronto de haber metido en su lista al eurodiputado Hammerstein, al que la Oficina Europea Antifraude acusó de desviar fondos que le asignó la Eurocámara.
Además de la dilución en IU, hay más factores que explican la ausencia de partidos verdes. Todos los consultados coinciden en que las luchas cainitas y los personajes que pasaban de un partido a otro han sido un lastre. Como el sistema electoral, que hace que solo en dos o tres circunscripciones puedan aspirar a tener representación. Eso, y que en comunidades como Galicia o Cataluña han tenido partidos nacionalistas con vínculos con grupos ecologistas, dificultó la creación de un único partido.
Valencia apunta que la unidad en el mundo verde no es sencilla: "Hablamos de ecologismo, pero no hay uno solo. Hay ambientalistas, animalistas, quienes creen que se debe actuar desde asociaciones y no en la política... Es un grupo heterogéneo".
El Ejecutivo se muestra tranquilo ante la próxima aparición. No es sencillo -aunque Rosa Díez lo ha conseguido- crear un partido hoy día. Uralde teme que conforme se acerquen las elecciones comiencen las apelaciones al voto útil para desanimar al electorado potencial: "El ecologismo hace años eran las focas y las ballenas, pero hoy toca aspectos mucho más amplios y es legítimo que queramos ser una opción política. La aventura puede ser loca, pero los aventureros estamos cuerdos".
Uralde lidera el movimiento más serio en décadas para crear un partido verde - En Europa triunfa la ecología, ¿por qué no en España? - El abandono del medio ambiente tendrá costes para el PSOE .RAFAEL MÉNDEZ 15/08/2010
El salto a la política que prepara Juantxo López de Uralde con el apoyo de todos los grupos ecologistas es de resultado imprevisible. Los optimistas tienen motivos para pensar que tendrá éxito. Las encuestas reflejan una preocupación ciudadana por el tema similar al del resto de Europa, el PSOE ha olvidado la ecología - abandono que tendrá costes- y el desencanto con los grandes partidos les puede dar alas. Ya toca un partido verde. Ahora o nunca. Los pesimistas esgrimen que la crisis económica dificulta la opción, que la gente quiere un empleo y no cambio climático, y que los verdes no lograrán superar su atávica división. El resultado será de todo o nada, el tiempo dirá. Mientras tanto, el ecologismo español vive una excitación única.
Uralde estuvo preso en Copenhague tras colarse en la cena de gala de los casi 190 líderes que acudieron a la Cumbre del Clima. Les echó a la cara que no actuaran ante el cambio climático y que se limitaran a hablar. Eso le dio visibilidad entre el gran público, pero no es un recién llegado.
Durante 10 años ha dirigido Greenpeace en España, donde tiene 105.000 socios. "Greenpeace en España tiene tanto peso y poder como en Francia", explica Uralde por teléfono, y aclara por si hay suspicacias que las cifras no están infladas. No serviría de nada, alega, porque Greenpeace se financia exclusivamente a través de sus abonos, no acepta patrocinios ni dinero estatal.
Tampoco es un desconocido en el sector Alejandro Sánchez, que durante los últimos 19 años ha dirigido SEO/Birdlife, una de las cuatro grandes ONG de medio ambiente y que el viernes confirmó que deja la organización y apuntó que se irá con Uralde.
Uralde y Sánchez son las caras visibles de un proceso de unión más amplio. La tercera pata es el Partido Verde Europeo, cuarta fuerza política en la Eurocámara y que apoya la iniciativa. "Ellos no pueden permitirse que en el país con el quinto PIB de la UE solo obtengan un diputado [Raúl Romeva, de ICV] y apoyan el proceso de unión", dice Florent Marcellesi, portavoz de la Coordinadora Verde, grupo que aporta al proyecto asambleas y grupos de activistas desperdigados por España.
Otro de los pilares de la futura formación es ICV, un partido con un diputado en el Congreso, Joan Herrera, presencia en el Gobierno catalán y en Bruselas y miembro del Partido Verde Europeo. Su distanciamiento de Izquierda Unida es cada vez mayor. Desde hace dos años, todos estos agentes hablan de unirse por fin, de concurrir juntos a las elecciones y de acabar con la anomalía de que los verdes no existan en España. De momento formarán una fundación -aún no tienen nombre- para aglutinar a todo el mundo y buscar apoyos para llegar a las elecciones generales de 2012 y a las europeas de 2014 (donde el sistema electoral de circunscripción única no penaliza a los partidos pequeños). Si llegan a las municipales y autonómicas de 2011 será como una prueba. No hay apenas tiempo.
Confían en acabar con "la anomalía" de que solo Herrera empuje a favor del medio ambiente en el Congreso. Él "no da de sí", en palabras de Sánchez. Cuando la Comisión de Medio Ambiente del Congreso debate en una misma mañana varios proyectos de ley es frecuente ver a Herrera enfrascado entre un montón de papeles para intentar enmendar normas sin nada que ver entre sí.
No aspiran a emular a Los Verdes alemanes, que en las federales de 2009 obtuvieron el 10,7% de los votos y el 17% en Berlín. Pero sí se miran en Europe Écologie, el partido francés que en las europeas de 2009, liderados por Daniel Cohn-Bendit, José Bové y la juez Eva Joly obtuvieron 13 eurodiputados y el 16,28% de los votos.
Uralde critica que "el medio ambiente está ausente en España de la discusión política. La discusión sobre el modelo energético se basa en atacar a las renovables. En Europa hay un 10% de votantes ecologistas y creemos que en España pueden converger muchos sectores en ese porcentaje".
Con el título Montar Europe Écologie en España: algunas reflexiones y propuestas presentó el pasado 31 de julio Marcellesi su plan ante la II Universidad Verde de Verano que se celebró en Beire (Navarra). Allí estaban todos los que son y se dio el pistoletazo de salida a la formación, con el objetivo de empezar en septiembre. Según Marcellesi, la ex ministra de Medio Ambiente Cristina Narbona estuvo invitada, pero dijo a los organizadores que le era imposible asistir.
Narbona, que desde 1982 ha ocupado cargos en Administraciones del PSOE, sería el golpe de efecto perfecto, como admiten los impulsores. Pero vive de embajadora ante la OCDE en París, y dejar el coche oficial y el pasaporte diplomático es un paso complicado. Así lo consideran fuentes de la formación.
La salida de Narbona del Ejecutivo, en 2008, y la sustitución por la gris Elena Espinosa -desconocida para más de la mitad de la población pese a llevar más de seis años como ministra con enormes competencias- es uno de los motivos que alientan la aventura. "Zapatero abandonó el medio ambiente en 2008 y fue un adelanto de lo que vendría después: el abandono social. Vivimos una crisis económica grave, pero también una crisis ambiental que nos lleva al abismo y cada vez más se ve que el ecosocialismo ofrece respuestas que ningún partido da", resume Uralde.
El partido será de izquierdas, pero distanciado de la izquierda tradicional. Un ejemplo son las subvenciones a la fuente de energía que más gases de efecto invernadero emite: el carbón. El Gobierno insiste en cumplir su plan de apoyo al carbón, empeño personal de Zapatero por sus vínculos con Rodiezmo (León). El plan del carbón parece intocable, al contrario del Pacto de Toledo o el del sueldo de los funcionarios. Los sindicatos e IU, pero también el PP, lo apoyan. "Esas subvenciones son un disparate y habría que eliminarlas ya. Todo el mundo habla de los mil empleos que da el carbón, pero nadie se preocupa de los 30.000 trabajos destruidos en el sector de la energía solar por el Gobierno", resume Uralde, que ve muchos más campos de espacio político único: "Hemos visto que todos los partidos nacionales apoyan los toros. Nosotros nos opondríamos".
Hay más diferencias con la izquierda tradicional. Un sistema fiscal ecológico tiene mucho de impuestos indirectos -sobre carburantes, residuos, electricidad...- para penalizar el derroche de materias primas y premiar la eficiencia, algo que choca con la predilección por los impuestos directos para no cargarlos sobre los que tienen menos recursos.
El profesor de Sociología Medioambiental de la Universidad de Barcelona, Joaquim Sempere, cree que no es descabellado que tenga éxito: "Los votantes aparecen cuando hay un proyecto atractivo y creíble y hasta ahora ha faltado liderazgo para hacer converger a los distintos verdes". Sempere añade que para el proyecto es positivo el desencanto de la izquierda con Zapatero y de los votantes con la clase política en general, en el sentido de que le puede dar votos, pero advierte de que la crisis juega en contra: "La crisis a veces se da de patadas con el ecologismo. Las ayudas a la industria del automóvil son un disparate ecológico, pero no sé si es muy popular oponerse a ello".
¿Están preparados los españoles para apoyar una opción ecológica? Hay indicios contradictorios. Allí donde se ha puesto un sistema de bicicletas públicas ha funcionado, y en el primer semestre del año el 40% de la electricidad española ha sido renovable (una cifra estratosférica solo al alcance de Alemania y Dinamarca). Según eso, no parece que haya nada en el ADN hispano contra el medio ambiente. Que los alcaldes que más han destrozado su costa sean los que más votos saquen no implica que no haya una minoría lo suficientemente amplia como para tener representación parlamentaria. El último Eurobarómetro sobre el asunto resalta que el 5% de los españoles sitúa el deterioro del medio ambiente entre los dos problemas que más le afectan. La cifra está lejos del 24% de Suecia, pero exactamente en la media de los Veintisiete.
Sin embargo, como explica el catedrático de Ciencia Política de la Universidad de Málaga y experto en la evolución del ecosocialismo, Ángel Valencia Sáiz, una cosa es lo que se declara en las encuestas y otra la actitud diaria. "Estamos a punto de publicar un estudio para el CIS [Centro de Investigaciones Sociológicas] en el que se demuestra que en sus comportamientos hacia el medio ambiente los españoles están muy lejos de lo que declaran en las encuestas". No es lo mismo decir que uno quiere coches poco contaminantes que pagar un poco más por ellos. Cuando las organizaciones ecologistas anunciaron que irían ante el Ministerio de Industria a exigir el cierre inmediato de Garoña, los responsables ministeriales esperaban una avalancha, pero descubrieron que solo acudió un centenar de personas. Luego sí ha habido concurridas movilizaciones -para ser zonas rurales- contra la eventual instalación del almacén nuclear. Calibrar su representatividad real no es sencillo.
Marcellesi se muestra convencido de que es el momento. "Tenemos las cuatro patas montadas: la personalidad de Uralde, las bases de los verdes, el Partido Verde Europeo e ICV, que ya está en España. Con la situación actual el salto hay que darlo ahora o nunca".
Se trata de un salto porque sí ha habido antes diputados verdes -uno en el Congreso y experiencias en Parlamentos autónomos-, pero siempre de la mano de otros partidos. Ladislao Martínez, que lleva en el movimiento ecologista desde 1979, destaca que inmediatamente después del referéndum de la OTAN, "en el que se vio que había un gran movimiento pacifista con una componente ecologista, el PCE funda Izquierda Unida y absorbe a esos grupos. En Alemania no ocurrió y por eso en los setenta se crearon Los Verdes". Valencia resume que "el ecologismo fue aire fresco en democracias aburridas, pero ese no era el caso de España, marcada aún por la Transición".
El PSOE pactó con Los Verdes en 2004 y les cedió un diputado al Congreso y otro a la Eurocámara. Al presentar la alianza el coordinador de campaña socialista, Jesús Caldera, anunció que, de ganar las elecciones, cerrarían todas las nucleares en 20 años. El Ejecutivo ya ni quiere recordar aquella rueda de prensa y se arrepintió pronto de haber metido en su lista al eurodiputado Hammerstein, al que la Oficina Europea Antifraude acusó de desviar fondos que le asignó la Eurocámara.
Además de la dilución en IU, hay más factores que explican la ausencia de partidos verdes. Todos los consultados coinciden en que las luchas cainitas y los personajes que pasaban de un partido a otro han sido un lastre. Como el sistema electoral, que hace que solo en dos o tres circunscripciones puedan aspirar a tener representación. Eso, y que en comunidades como Galicia o Cataluña han tenido partidos nacionalistas con vínculos con grupos ecologistas, dificultó la creación de un único partido.
Valencia apunta que la unidad en el mundo verde no es sencilla: "Hablamos de ecologismo, pero no hay uno solo. Hay ambientalistas, animalistas, quienes creen que se debe actuar desde asociaciones y no en la política... Es un grupo heterogéneo".
El Ejecutivo se muestra tranquilo ante la próxima aparición. No es sencillo -aunque Rosa Díez lo ha conseguido- crear un partido hoy día. Uralde teme que conforme se acerquen las elecciones comiencen las apelaciones al voto útil para desanimar al electorado potencial: "El ecologismo hace años eran las focas y las ballenas, pero hoy toca aspectos mucho más amplios y es legítimo que queramos ser una opción política. La aventura puede ser loca, pero los aventureros estamos cuerdos".
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