JOSÉ MARÍA IZQUIERDO 08/08/2010
Ussía fue un niño bien. Lo decía él en un artículo reciente, en el que añoraba, nostálgico, sus años en la mili: "De recluta (...) limpié muchas letrinas. De pollo de barra a limpiador de letrinas. Me vino muy bien. De bailar con inigualable armonía y agilidad el vals en las puestas de largo, a barrer el suelo de mi compañía...". La mili le "vino muy bien" para muchas cosas: "De ser alguien en el reducido círculo familiar y amistoso a pertenecer a lo más bajo de la clase social de aquellos tiempos; no se podía ser menos que un recluta". También le vino muy bien para algo de los "entreperniles".
Será desde entonces que le ha quedado una desaforada pasión por los ejércitos y la bandera. Ussía ve una rojigualda -"la tengo en mi despacho de trabajo. De cuando en cuando la contemplo, y cuanto más lo hago, más la quiero"- y se precipita a arroparse con ella, quizá por ser de natural friolero o bien muy patriota. Una enseña grande junto a cristos, vírgenes o cálices, consiguen que se le inflamen las glándulas donde anida el patriotismo: "Los militares tienen una tradición religiosa desde tiempos más allá de la memoria (...) El soldado convive con el riesgo y con la muerte por vocación. Lo hace en nuestra defensa, voluntariamente. Y el consuelo ante la inmediatez de la muerte se encuentra en la fe". Nada raro, pues, que "para los cadetes de la Academia de Infantería de Toledo, la devoción a la custodia en el Corpus Christi es tan honda y primordial como para los marinos lo es el rendimiento de honores a su Virgen del Carmen, para los aviadores a Nuestra Señora de Loreto, para los legionarios a la imagen del Cristo de la Buena Muerte y para los guardias civiles a la Virgen del Pilar".
Para Ussía, España es sagrada. Por eso se indigna con los nacionalistas o quienes les bailan el agua: "Los nacionalistas, da igual que sean catalanes, vascos o gallegos, no odian al Estado. El Estado es para ellos un chollo (...) la llave victimista que abre de par en par la puerta de sus despensas. Pero sí odian a España, la Patria común con un milenio de unidad a sus espaldas (...) Esa es la diferencia. España y el Estado. La misma que se establece entre una madre y un hijoputa". O bien: "Imbéciles los que pidieron el uso de las lenguas autonómicas en el Senado, y más imbéciles aún los que tragaron con la petición (...) Lo que ha protagonizado Montilla en el Senado no merece otro calificativo que el de gilipollez compartida". Por supuesto, todo ocurre porque "Zapatero es un inconsistente, un iluminado y un resentido. No le gusta España. No sabe qué es España. También, por tanto, es un ignorante".
Tiene sus opiniones sobre quiénes ya en los años treinta quisieron romper España y trajeron la Guerra Civil, y las enlaza con soltura con el actual Gobierno socialista: "Se están afilando los odios y los rencores, y todo viene de esa parcialísima y deleznable Ley de la Memoria Histórica, alentada por un insensato vesánico y provocador. Ese que dicen que nos gobierna". Por si acaso no lo han entendido bien: "¿Ha leído Zapatero algo de historia de España? La gran incitadora de la Guerra Civil fue la Segunda República, que no aceptó resultados democráticos, que asesinó desde el poder, que permitió la escisión de España, que devastó los derechos de los ciudadanos y estableció un régimen de terror en sus últimos años".
Pero Ussía luce aún más en algunos aspectos en los que no tiene rival. Le preocupa sobremanera la belleza femenina. "Lo singular de la terrorista Aranalde es que no es tan fea como el resto de sus compañeras de sangre. (...) Una etarra con el rostro y la expresión agradables no es una terrorista habitual. Alguien dirá que también era agraciada físicamente La Tigresa. De acuerdo, pero tenía cara de zorra. A La Tigresa se la encuentra un putero en un bar y le ofrece una tarifa por servicio cumplido. En cambio, a Maite Aranalde se le convida a una coca-cola". Y lo sabe porque tiene documentación: "Los documentos gráficos que poseo de manifestaciones batasunas son repugnantes. Tías vociferantes, feas, espesas y con los surcos de la perversidad en sus expresiones homínidas. Un espanto de mujeres, en una palabra. Coños de vitriolo y de cianuro. Morsas".
En general, gusta de escribir sobre mujeres: "Leire Pajín ha engordado. Está admirablemente culonzuela, respingona, melocotona temprana". O esto otro: "La segunda mandataria del presumible Ministerio de Igualdad (...) nos ha anunciado (...) la urgente creación del mapa del clítoris (...) Del mapamundi al mapachichi (...) Y sigue: "Al señor Zerolo le sobra el derecho para intentar algo similar con el mapa de la fuchinga (...) Y si un Gobierno se dedica a dibujar mapas de chichis y de trabucos sin ton ni son, muy complicado y nuboso advierto el horizonte de la crisis económica". A los homosexuales les nombra mucho. Con este párrafo saludaba el último Día del Orgullo Gay: "Hay que fundamentar el mariconeo en un espacio cultural. Ya lo escribió el poeta tinerfeño Manuel Verdugo: 'Si el hombre quiere, imperfecto,/ la perfección alcanzar,/ el buen camino es el recto, ¡y por él debe tomar!".
¿Hay, quizá, algo peor? Lo hay. Cuando se pone cursi (y taurófilo), poeta o gracioso. De uno en uno. Cogida en México: "En la enfermería de Aguascalientes (...) ni anestesia, ni sangre, ni oxígeno, ni pinzas. Pero sí la sabiduría de un médico que salvó la vida de un José Tomás malherido por su novia, que ya le había advertido. 'Hoy te mato, amor' (...) Hoy ha fallado, pero algún día, luz albertiana, dará su junco a la media luna fiera y a la muerte, su gracia, de rodillas". Juglar con Zapatero: "En su mesilla de noche/ sin ser abiertos, aguardan/libros de Suso de Toro/ ayunos de su mirada./ Uno de Almudena Grandes/ con muchos culos y bragas/ pero que ya no le gustan/ y que ya no le hacen gracia". Y dicharachero: "Si los sudafricanos no saben qué hacer con las vuvuzelas, que se las metan por el culo".
Ussía es muy monárquico.
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