Subí muchas veces a la azotea de la torre que podía visitarse en el World Trade Center. Recuerdo que mi última vez allí, acompañando a unos amigos en su primer viaje a NY, decidí no subir y esperarlos, creo recordar, en la tienda de Brooks Brothers que había en la Plaza. Tras el 11-S volví a Manhattan en noviembre y todo lo que recordaba ya no existía, sólo quedaban los hierros retorcidos que todos tenemos en la cabeza.
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