lunes, 16 de septiembre de 2024

EN 10 AÑOS, DICEN

Dimitris Dimitriadis, futurista: “En 10 años, podemos tener por 1.000 euros un ordenador con la capacidad de la humanidad”
El investigador griego que asesora a Gobiernos y empresas sobre los avances tecnológicos relata cómo cree que será la próxima década.
Raúl Limón, 14.09.2024

Dimitris Dimitriadis se define como futurista y trabaja en el Instituto de Investigación de Futuros y Prospectiva (IFFR DAO). Precisa que él no adivina el porvenir, sino que investiga para instituciones, como el Secretariado Especial de Prospectiva Estratégica de la Presidencia del Gobierno griego, y empresas para que puedan anticiparse a los nuevos desarrollos y sus consecuencias. Nacido en Tesalónica hace 42 años, colaboró con la empresa de ciberseguridad Kaspersky en su último encuentro en Atenas y es autor de 2049, publicado en griego el pasado año por Key Books, traducido al inglés y con una versión en español prevista para finales de año. Su subtítulo resume su visión: Una perspectiva esperanzadora sobre el futuro de la humanidad. Es el mensaje que lanza a las multinacionales, instituciones de la UE y entidades formativas con las que colabora para, según dice, ayudar a los líderes a aprovechar las nuevas tecnologías.

Pregunta. ¿Qué es un futurista?
Respuesta. No podemos predecir el futuro, lo prevemos. Como futuristas, no decimos que solo hay un futuro, sino futuros. Pero no podemos predecirlos por muchos datos que tengamos. Lo importante es estar preparados, aprender a tomar mejores decisiones hoy y extrapolar el pensamiento, escanear el horizonte para la convergencia de las tecnologías, las normas sociales y otras tendencias. Porque tenemos todas estas cosas nuevas desde la perspectiva de la tecnología, pero también tenemos tendencias de la sociedad, normas sociales o la economía y necesitamos comprender todas estas fuerzas y escanear el horizonte para estar mejor preparados. Construimos escenarios y la planificación y exploración del horizonte con los Gobiernos y con las grandes organizaciones. Tratamos de facilitar el proceso para anticipar el futuro, no para predecirlo.

P. ¿Asegura que en 10 años tendremos un ordenador por 1.000 euros con la capacidad de la mente humana?
R. Me baso en la ley de los rendimientos acelerados [Atribuida al ingeniero de Estados Unidos Raymond Kurzweil, quien sostiene que cualquier sistema evolutivo, incluido el tecnológico, tiende a aumentar de forma exponencial y acelera la tasa de cambio]. En este momento tenemos computadoras que hacen cálculos más o menos con la misma capacidad del cerebro humano. Si continuamos con esta aceleración, dentro de 10 años, podemos tener por 1.000 euros uno con la capacidad de toda la humanidad.

P. ¿Hay razones para asustarse?
R. De alguna manera es aterrador, pero también esperanzador porque esta capacidad en términos de cálculos y resolución de problemas humanos reales puede solventar muchas cosas, como encontrar nuevas proteínas o curar enfermedades. Si se ve desde la perspectiva de la humanidad y cómo podemos usarlo para avanzar, creo que es realmente esperanzador, no al revés. Por supuesto, los actores maliciosos siempre tendrán acceso a estas tecnologías, pero los buenos, digamos, o los positivos y científicos que están trabajando en el otro bando lo hacen solo con el ser humano en mente.

P. En ese futuro que anticipan, ¿habrá coches sin conductor?
R. Es un gran ejemplo. Como mileniales, crecimos con la idea de los coches voladores y no los tenemos. Pero los vehículos de carga autónomos por carreteras o marítimos, por ejemplo, son inevitables. Después estarán los coches sin conductor en las ciudades. La conducción autónoma es una gran cosa porque se pierden muchas vidas en las carreteras. Así que hay que desarrollarlos. Ahora son caros por los sistemas y sensores que precisan, pero piense en la capacidad de algunas herramientas tecnológicas hace 10 o 20 años y ahora. Ahora bien, cada pieza de esta tecnología debe tener en cuenta a los humanos y todas las pautas políticas. Por ejemplo, es realmente difícil tener pautas políticas para los drones en este momento. Pero estamos cerca y tenemos que anticiparnos.

P. ¿Y la asistencia médica, será por inteligencia artificial (IA)?
R. La IA es realmente buena en reconocer patrones, por lo que tenemos mamografías o radiografías y la IA es genial porque puede aprender de un billón de imágenes y entender qué observa. Pero cuando quieres dar la noticia de una enfermedad, no necesitas una IA o un mensaje en el teléfono, necesitas a alguien con empatía, con quien puedas relacionarte, en quien puedas confiar. El humano necesita empatía y nunca reemplazaremos esta parte.

P. ¿Y profesores virtuales?
R. La enseñanza virtual también es una gran cosa. Un estudiante puede pasear virtualmente con Aristóteles en el ágora y, a través de este avatar inmersivo de IA, aprender más porque no es algo que se lea o algo que le muestren; es una experiencia y aprendemos a través de experiencias. Podemos construir modelos de lenguaje pequeños que sean profesores específicos a través de un teléfono de 360 euros con ocho gigabytes y enseñar y resolver todo el temario de primero, segundo y tercero.

P. ¿Hay alguna razón para ser tecnófóbos?
R. Somos tecnófobos por la narrativa de la tecnología. Las películas de ciencia ficción y la ficción siempre necesitan un villano, pero en nuestras vidas reales debemos comenzar a confiar en nuestra tecnología porque, a medida que la confianza se arraigue, tendremos más educación e integridad de la información. Este es un proceso muy lento, pero si quieres cambiar un sistema educativo, necesitas 20 años, así que, si empezamos ahora, deberíamos empezar por la tecnología y, en una generación, cambiar las cosas. Por eso digo que necesitamos un enfoque internacional de escalas múltiples sobre cómo percibimos la verdad, los valores, la cohesión social, nuestro prójimo y cómo vemos a nuestros padres. No se trata solo de tecnología.

P. ¿Y cómo se garantiza el acceso universal a los avances tecnológicos?
R. El acceso a la tecnología puede democratizarse y descentralizarse mediante políticas. Necesitamos construir las directrices políticas. Por ejemplo, tenemos la ley de IA en Europa y es, digamos, una legislación muy difícil y fóbica porque tiene un enfoque de riesgo y todo lo que tiene este enfoque está del lado del miedo. Pero, por otro lado, tiene elementos fundamentales para que la IA sea igualitaria y más diversa.

R. Hay dos lados. El bueno es que la IA puede hacer que una persona sea más feliz o evitar que cometa suicidio o mejorar sus habilidades sociales mediante su conversación con la IA para tener más confianza en la vida real. El lado malo es que la IA sustituya por completo la relación personal. Pero, cuando tenemos estos dos conceptos de distopía y utopía, los humanos siempre están en el medio. Puedes tener un amigo imaginario o una mascota virtuales que nunca muere, pero puedes aprender cosas de ahí. Siempre estoy en el lado positivo.

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