Odio ese dicho tan cursi de "el cuerpo es como una máquina, como un reloj", por muy cierto que sea. Hoy, de vuelta a la piscina de las pirañas, abro los ojos a las 04:05am, diez minutos antes de que el móvil amenice con su desagradable sonsonete despertador.
Tras un día intenso con dos visitas de obra en puntos opuestos de la isla y una merienda cena con dos compañeras que se había hecho esperar demasiado tiempo, llegué a la cama sin sueño, aunque cansado, de manera que estuve una hora leyendo. Craso error con obvias consecuencias. C'est la vie!
Tras un día intenso con dos visitas de obra en puntos opuestos de la isla y una merienda cena con dos compañeras que se había hecho esperar demasiado tiempo, llegué a la cama sin sueño, aunque cansado, de manera que estuve una hora leyendo. Craso error con obvias consecuencias. C'est la vie!
Llego a La Esperanza, hoy con 15° en el luminoso de la farmacia. al entrar al bar a por mi primer café escucho a lo lejos una jauría de perros excitados (y hacinados, supongo); ¿hoy es día de cacería?, pregunto a Jacobo, el barman, y me contesta sí. No apostillé nada, boca cerradita. Justo en el momento de preguntar me percato de un señor frente a un café con pantalones de camuflaje. Sumé dos más dos y dije ¡buenos días! tras mi pregunta. Debió haber leído entre líneas porque no me contestó al saludo. El camarero, que ya me conoce, me reconoció que había suspirado al ver que yo había permanecido impávido al saber del día de caza.
Cursi o no, lo que sé es que unos minutos antes de la hora programada mi cuerpo ya estaba dando el coñazo y despertándose. Me temo que mi reloj debe ser de los que adelantan, no cabe duda.
Obra: REFORMA INTEGRAL DE VIVIENDA, Tacoronte.
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