Anoche soñé de nuevo, uno de esos vívidos tan recurrente en esta etapa vital con tanto desasosiego. No recuerdo ya de qué trataba ni cuán caótico fue, pero ahora, mientras me preparaba mi primer café del día e ingería las pastillas que tocan, esas mismas del "vengo a repetir", frase que se te pega a la vida una vez entras por primera vez en un centro de salud, del que ya no terminas de salir nunca -ya me he vuelto a perder el hilo-, me dio por recordar mis desayunos en Nueva York, sólo o acompañado (mucho mejores, siempre, estos segundos, como el café). Los desayunos más ricos los recuerdo en el Cafe Galaxy, ahora renombrado Galaxy Diner, en la 9ª Avenida, entre las calles 46 y 47. En él, aparte del típico desayuno a base de huevos y baggles, sirven un batido de avena con jugo de naranjas y yogur para chuparse los dedos.
Otras mañanas optamos por el Au Bon Pain, cadena de panaderías y cafés americana con nombre afrancesado, cerca del Park Central, nuestro hotel de referencia en Manhattan. De este lugar recuerdo unos yogures con granola y unos bollos de eso que los americanos saben hacer de maravilla. Quizá sean estos dos lugares los más recurrentes o, al menos, aquellos a los que podría volver de memoria.
Después recuerdo también desayunos en la cafetería del Edison Hotel, allí de manera más frugal, cereales y jugo de naranja, nada de fritangos (ya iba P conmigo cual Pepito Grillo), o cafeterías cerca de Times Square o el ubícuo Starbucks para un apuro.
Creo que no hemos vuelto a Nueva York desde antes de la pandemia, así que ya va siendo hora de hacerlo; 2024 será el año del reencuentro y, by the way, visitar a nuestros queridos W&S en San Francisco. Soñar es gratis.
PD. En otra ocasión escribiré sobre los pantagruélicos huevos benedictine que nos zampábamos en una cafetería de Anchorage antes de comenzar nuestra ruta alaskeña del día. ¿O quizá ya lo hice...?
♫
Billy Joel ft. Tony Bennet, *New York State of Mind.
No hay comentarios:
Publicar un comentario