TELÉMACO, EL ÚLTIMO "BARCO FANTASMA"
12-06-2015
Carlos M. Montenegro1
Desde hace lustros, los medios de comunicación mundiales
informan profusamente de la llegada masiva de inmigrantes ilegales a través del
mar Mediterráneo.
Proceden principalmente de países sin tradición migratoria,
unos del África subsahariana y otros árabes, de Oriente Medio, y a bordo de
“pateras” y “cayucos”, embarcaciones sumamente frágiles y peligrosas, van
destino a España e Italia básicamente.
Hacia la mitad del siglo XX en las Islas Canarias se dio un
fenómeno conocido como el de los “Barcos fantasmas”.
En 1939, al finalizar la Guerra Civil española, el país
quedó devastado y, en el nuevo régimen, a pesar de mantenerse neutral en la II
Guerra Mundial, hasta bien entrada la década de los 50, las penurias
continuaron. El General Franco se sostuvo en el poder inaugurando una férrea
dictadura que se cebó en la represión de todos aquéllos que defendieron a la
República que había derrocado. El archipiélago canario no se salvó de los
brutales castigos, y parte de la población decidió emigrar.
El país al que los isleños pusieron la mira fue Venezuela,
que, tras la muerte del dictador Juan Vicente Gómez, había tomado un camino
hacia la modernidad, a pesar de los vaivenes políticos, sustentada en la
creciente producción de petróleo que generó una bonanza económica, demandando
cada vez más mano de obra para la industria, construcción, grandes obras de
infraestructura y agricultura.
Los canarios destacaban por su gran eficacia en la
agricultura, y hacia eso apuntaron los que decidieron ir a Venezuela, con latitud
y climatología muy similares a las del archipiélago canario.
Entre los problemas que sufrían los habitantes de las Islas
estaba la dificultad para poder salir de su tierra: no contaban con pasaporte,
por ser generalmente considerados hostiles al régimen —sin mucha base, por
cierto—, pero sin ese requisito no era posible obtener visados para emigrar. La
única salida era escapar por mar utilizando así los denominados “barcos
fantasmas”.
Se daba ese nombre a veleros de dos mástiles, algunos con un
pequeño motor auxiliar, que desaparecían de los mares de Canarias, apareciendo
después, abarrotados de emigrantes y tras varias semanas de travesía, en los
mares de Venezuela. Los barcos zarpaban de noche de alguna de las islas y, una
vez en alta mar, ya lejos de tierra, cambiaban su rumbo y se dirigían a
Venezuela.
Algunos de ellos llevaban patrones expertos que conocían el
barco y podían llevarlo sin problemas, pero otros contaban con patrones de
menor experiencia. En algunos casos se dividía la cabina interna con otro piso
horizontal para poder alojar más pasajeros, que dormían hacinados sobre tablas
y sacos, en pésimas condiciones. Los barcos más grandes tenían unos 30 metros
de eslora (largo) y 10 de manga (ancho).
Tras este preámbulo, contaré la aventura de una pequeña
goleta, que protagonizó el último viaje fantasma tras una dramática travesía
llena de peligros que trastornó a sus pasajeros, aventura que no olvidarán
mientras vivan y, sin duda, semejante gesta ya forma parte de la épica canaria
de la emigración.
Me refiero al Telémaco”, un pequeño motovelero, de 27 m. de
eslora, 6 de manga y 6 de calado, con dos palos y un bauprés, además de un
pequeño motor central. Esta goleta era usada en Canarias sólo para el
transporte de mercancías entre San Sebastián de la Gomera y Santa Cruz de
Tenerife.
Un numeroso grupo de personas interesadas en emigrar lo
antes posible con rumbo hacia Venezuela se empeñaron en el objetivo, no de
pagar el pasaje (la importante cifra de 5.000 pesetas), sino de adquirir un
barco. Así, llegaron a reunirse hasta 171 personas, una de ellas una mujer,
dispuestas a viajar hasta América. Cuando hubieron reunido el dinero necesario,
compraron el Telémaco a la sociedad “Gil Hernández Hermanos” de Las Palmas de
Gran Canaria, por la nada despreciable cifra 520.000 pesetas.
El 05 de agosto de 1950, el Telémaco no puso rumbo a
Tenerife, como acostumbraba, sino hacia Valle Gran Rey, en el sur de la Gomera.
Allí embarcaron pasajeros y víveres, consistentes en cuarenta y dos sacos de
gofio, diez sacos de pescado salado, 1.700 kilos de papas, una caja de latas de
leche condensada, una caja de botellas de coñac, tres garrafas de aceite, y dos
cajones con carne de cerdo en salazón, además de toneles con agua dulce.
Así pertrechados, furtivamente salieron la noche de ese
mismo día de agosto, con buen tiempo. Hicieron una parada frente a Agulo, otra
localidad gomera, para recoger a nuevos pasajeros, desde donde enrumbaron en
dirección a Taganana (Tenerife), para embarcar al capitán; éste quería subir
más gente y no se lo permitieron por ir sobrecargados, así que regresó a
tierra y no volvió.
El cocinero notó que los alimentos y el agua no estaban en
buenas condiciones, y el Telémaco debió regresar a su punto de salida en la
Gomera. 24 pasajeros enfermos por mareo decidieron renunciar al viaje siendo
sustituidos por otros, y un nuevo piloto, menos experimentado.
El día 09 de Agosto, el Telémaco, usando las velas y el
motor, puso finalmente rumbo a Venezuela. El navegante Martín Pérez González,
sin instrumentos de navegar pero con gran intuición, trazó sin embargo el rumbo
correcto.
Las dificultades comenzaron a los 19 días de navegación,
cuando tras fortísimos vientos les sorprendió una tormenta que duró casi 16
horas. Por la violencia del temporal perdieron la mayor parte de los víveres y
el agua, mal amarrados en la cubierta. Los pasajeros enfermaron de mareos
y se apiñaban en la bodega; por la mañana amainó, pero a ese temporal siguió
otro; los emigrantes pensaron que morirían en aquellas violentas borrascas. Al
cabo de unos días se acabaron los alimentos y el agua, y los pasajeros llegando
a beber agua del mar.
La suerte llegó, pensaron, cuando avistaron un petrolero
español, el “Campante”, pero los tripulantes de éste, al ver su lamentable
estado de quienes iban en el “Telémaco”, no los dejaron ni subir a bordo; con
flotadores les lanzaron algunos barriles de agua, una garrafa de aceite y
arroz, teniéndolos que recoger a nado en un mar poblado por tiburones.
Les informaron que estaban a 400 millas de Barbados y a unas
600 de Martinica, y continuaron su ruta. Temiendo que los ingleses de Barbados
pudieran repatriarlos, optaron por Martinica, más cercana a Venezuela, no sin
la oposición violenta de algunos que preferían la cercana isla británica.
Fue un gran acierto, pues, con viento a favor, avistaron
Martinica diez días después. Unos pescadores los acompañaron hasta Fort de
France, la capital, donde fueron muy bien recibidos. La fortuna quiso que el
cónsul cubano en Martinica, Sr. Romero, hubiera nacido en Gran Canaria, y se
volcó en atenciones con sus paisanos, al igual que los martiniqueños, que los
agasajaron durante su estadía.
Les facilitaron una carta de navegación, abundantes víveres
y agua, gasoil para el motor, dinero, y un nuevo pasajero andaluz, Juan Palomo,
que los acompañó hasta La Guaira. El 11 de Septiembre de 1950 el “Telémaco”
emprendió su última singladura hacia el destino tan anhelado por aquellos 171
hombres y una mujer, los mismos que salieron de Canarias.
Cinco días después arribaron a La Guaira, donde encontraron
anclados otros “barcos fantasmas” que los habían precedido: el Platanito, el
Juanito Suárez, el Joven Gaspar, el Nuevo Teide, y el Benehoare. Eran sólo
algunos de los muchos pequeños barcos que lograron hazañas parecidas a la del
Telémaco.
Los pasajeros del Telémaco fueron enviados por 40 semanas a
la Isla Orchila, y semanas después ingresaron en el país.
Los “barcos fantasmas” trajeron a Venezuela muchos miles de
canarios, que han dejado lo mejor de sí en esta tierra, la mayoría de los
cuales o sus descendientes aún siguen aquí. Venezuela y los canarios se deben
mutua gratitud.
(1) Esta historia real me fue contada en 1978 por mi
cuñado gomero, Luis León, cuyo hermano, Heraclio Facundo (Tato) León, llegó a
Venezuela en 1950 a bordo del Telémaco.
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LISTA DE PASAJEROS EN EL TELÉMACO, Y DÓNDE EMBARCARON2
24 de enero de 2013
Alojera
Carlos Jara Santos (Padre). Conocido por Juan Jara
Carlos Jara Mesa. (Hijo)
Dimas Damas García
Juan Díaz Martín
Benito García Santos. Último en embarcar, llegó nadando
Alonso Santos Jara. Hermanos
Antonio Santos Jara. Hermanos
Juan Martín Ossorio
Antonio Jara Santos. Hermanos
Jaime Jara Santos. Hermanos
Vidal González Santos
Carlos Ossorio Ramos. Primos
Manuel Ossorio Ramos. Primos
Alonso Santos Jara. Hermanos
Francisco Santos Jara. Hermanos
Imeldo Perdomo Moreno. Tío
Onelio Perdomo Ossorio. Sobrino
Ramón Damas Rolo
Gumersindo Jara Martín. (Sindo)
Agulo
Antonio Cabello Fagundo
José Cabello Rodríguez. Hermanos
Sebastián Cabello Rodríguez. Hermanos
Ramón Suárez Escuela
Cesáreo Suárez Febles. Primos
Ignacio Febles Suárez. Primos (guitarrista)
Lucio García Henríquez
Pedro García Henríquez. Tío
José Manuel García Vera. Sobrino
José García Suárez. (Pepe Rina)
Juan Henríquez García
Vicente Henríquez Vera
Filiberto Hernández Hernández
Francisco Hernández Cabello
Caledonio Herrera García. (Tamargada)
Antonio Juan Martín Plasencia
Francisco Medina Barrera
Antonio Negrín Suárez. Hermanos
Francisco Negrín Suárez. Hermanos
Ramón Plasencia Rodríguez. (Tamargada)
Jerónimo Rodríguez Rodríguez (Momo)
Juan Santos Plasencia
Francisco Serafín García
Agustín Suárez Sánchez. Padre
Agustín Suárez García. Hijo
José Suárez Perdomo
Domingo Negrín Piñero
Hermigua
Fernando Méndez Aguilar
Asensio Armas Trujillo
Antonio Brito Amaya. (Huevo frito)
Eugenio Cabrera García
Lucio Darias Mora
Arnoldo Izquierdo Montesino. Hermanos
Francisco Izquierdo Montesino. Hermanos
Heraclio León Fagundo. (Tato)
Melquíades Trujillo Bencomo
Jerónimo Mesa
Manuel Hernández Ortiz. Hermanos. (Porrón)
Francisco Hernández Ortiz. (Porrón)
José Hernández Negrín. (El Moro) Padre
José Hernández Negrín. (El Moro) Hijo
Antonio Pineda Hernández. (Botón)
Miguel Díaz
Jacinto Chávez Rodríguez
Ramón Herrera Cruz. (El Pájaro) (Clarinete)
Domingo Negrín Pinero
Manuel Plasencia Hernández
Francisco Rodríguez Montesino
José R. Magdalena Plasencia. (José Patricio)
Francisco Nieves Rodríguez
Pío Herrera Herrera
Domingo Medina Medina. (Los Aceviños)
Vallehermoso
Benjamín Ascanio García. (Se lanzó al mar a recoger los
víveres que arrojó el Campante)
Feliciano Bethencourt Amaya
Genaro Dorta García
Paulino García Aguilar
Antonio Gaspar Ramos
José Negrín
Eulogio Plasencia Pérez. Hermanos. (Tamargada)
Juan Plasencia Pérez. Hermanos. (Tamargada)
Eleuterio Rodríguez Plasencia. (Tamargada)
Daniel Vera Plasencia. (El Cabezudo)
Antonio Cabrera Cabrera
Carlos Medina Vera. (Tamargada)
Gregorio Méndez Coello
San Sebastián
Fortunato Armas Darias. Primos
Evaristo Armas Darias. (Tito) Primos
Elias Arteaga Darias
José Eleuterio Castilla Morales. (Pepín)
Esteban Castilla Padilla
Ramón Castilla Padilla
Antonio León Cubas Arteaga (Medianero de Manuel Padilla
Fragoso)
Graciliano Darías Díaz. (El Ñanque)
Gregorio Darias Álvarez. Hermanos (El Floriana)
José Darias Álvarez. Hermanos
León Díaz Ramos. Padre
Sebastián Díaz Barrera. Hijo
Pedro Estévez Herrera
Teresa García Arteaga
Manuel García Arteaga
Ángel Hernández Aguilar. (Aguilera)
Andrés Hernández Veguero
Alonso Herrera Herrera
Antonio Herrera Darias. (El Macle)
Isidoro Herrera Padilla
Jorge Ramos Fernández. Hermanos
Santiago Ramos Fernández. Hermanos
Manuel Armas Sánchez
Mateo Herrera Herrera. (El Pata) Primos
Ramón Herrera Herrera. (El Gallo) Primos
Sinforiano Herrera Herrera
Santiago Jerez Padilla. (Patrón del Telémaco)
Honorio Méndez Rodríguez
Sebastián Núñez Herrera
Dámaso Herrera Rodríguez
Buenaventura Piñero Sánchez
Francisco Ramos Fernández. (Paco Ramos)
Cristóbal Suárez Vera. (Timonel)
Valle Gran Rey
Pastor Correa García
Sebastián Abreu Chinea. Hermanos. (Cocinero del Telémaco y
primero en ver tierra)
José Abreu Chinea. Hermanos
Manuel Barroso Rodríguez
Manuel Bello Correa
Daniel Bernal Chinea
Juan Borges Damas. (El Peseta)
José Brito Plasencia
José Correa Piñero. Primos. (Los Granados)
José Correa Piñero. Primos (Las Orijamas)
Antonio Chinea Chinea. Hermanos
José Chinea Chinea. Hermanos. (El Sardino)
Sebastián Chinea Chinea. (Lorito)
Domingo Chinea Gámez
Maximino José Damas Negrín (Pepín)
José Gámez Cruz
Francisco Gámez
Antonio Gámez González. (Toño Carolina)
Francisco Gámez Marichal. (Pancho Gámez)
Manuel Medina Morales
José Méndez Darias
Orlando Negrín Marichal
Antonio Plasencia Padrón (El Legionario)
Arturo Mendoza Navarro. (Hizo señales al Campante con una
sábana)
Eusebio Montesino Negrín
Agustín Navarro Rolo. Hermanos
Manuel Navarro Rolo. (Compositor de las Décimas del
Telémaco)
José Negrín Correa. (El Chato)
José Negrín Marichal
Ramón Piñero Chinea. (Sito)
José Martín Ramos
José Chinea Hernández. (José Camilo o José Playa), (Se lanzó
al mar a recoger los víveres que arrojó el Campante)
José Ramos Martín
Nicolás Rolo Dorta
Francisco Vera Chinea
Salvador Damas Rolo
Elias Piñero Correa
Tomas de la Peña. (Valenciano residente en Valle Gran Rey)
Epina
Cirilo Damas Barroso
Taguluche
Francisco Felipe Niebla. (El Jairo)
Benjamín Darias
Arure
Ramón Cabrera. (El Burro)
Chipude
Benjamín Medina Rodríguez. (Los Aceviños, casado en Chipude)
José Herrera Arteaga. (El Baifo)
José Navarro Chinea. (Cheo)
Playa de Santiago
Manuel Simanca Casañas. Padre (conocido por Manuel Eufemia).
Motorista
Manuel Abreu Gámez. Hijo del anterior
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Embarcaron por Taganana
Cristóbal Martín Palenzuela
Martín Pérez González. (Piloto del Telémaco)
Francisco Armas Padrón
Virgilio Acosta Casaña. Tío
Primitivo Acosta. Sobrino
Joaquín Acosta Díaz
Domingo Prada Obregón. (El Vasco)
Embarcó en Martinica
Juan José Bellido Palomo (El Málaga)
Viajeros del Telémaco repatriados por el Gobierno venezolano
por ser considerados miembros oficiales de la tripulación.
Sebastián Abreu Chinea. Valle Gran Rey. (Cocinero)
Manuel Ramos Martín. Valle Gran Rey
Antonio Gámez González. Valle Gran Rey. (Toño Carolina)
José Ramos Hernández. Valle Gran Rey
José Martín Ramos. Valle Gran Rey
Manuel Simanca Casañas. Playa de Santiago. (Manuel
Eufemia-Motorista)
Santiago Jerez Padilla. San Sebastián. (Patrón)
Benjamín Ascanio García. Vallehermoso
Martín Pérez González. Puerto de La Cruz. (Piloto)
Francisco Armas Padrón. Puerto de La Cruz
(2) Lista extraída del libro de Ángel Suárez Padilla,
“El Telémaco. El Último Viaje”.
Cortesía de Alfredo Carballo
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