jueves, 16 de mayo de 2019

NADA CAMBIA

Llego a casa después de acudir a una misa de duelo; falleció el padre de una buena amiga y no había podido darle el pésame durante el velatorio. Asistí estoico a la misa, toda ella entera, desde el oremos hasta el podéis ir en paz. La cosa no ha cambiado nada, todo sigue igual, quizá aquí resida el "éxito" de la Iglesia, todo es siempre igual, todo permanece inalterable e inamovible. Como toda religión que se precie utiliza todas sus armas proselitistas para captar adeptos, fieles dirían algunos, mismos métodos año tras año, siglo tras siglo. 
Hace ya muchos años que no pertenezco al seno de la Iglesia, para decirlo en argot curil, pero tuve una educación religiosa y eso no se olvida fácilmente. Volver a misa es volver a repetir mentalmente la retahíla de salmos, frases hechas, levántate y siéntate, niños que lloran, señoras que se abanican, gente que llega tarde, otros que aceleran el paso para comulgar primero -estos que deben ser los mismos que corren cuando acaba una ópera o un concierto para abandonar el auditorio como si no hubiera un mañana-. Una misa hoy sigue dando mucho juego, sin duda.

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