Orgullo español
José A. Pérez, 13 de octubre de 2013
http://www.mimesacojea.com/
José A. Pérez, 13 de octubre de 2013
http://www.mimesacojea.com/
Existe la posibilidad (no te ofendas) de que te
joda ser español. Es normal, de un tiempo a esta parte le ocurre a cada vez más
personas. Los síntomas son más o menos comunes: angustia ante la contemplación
de la rojigualda, profunda vergüenza ante las primeras planas y absoluta
desconfianza hacia cualquier entidad radicada en el país: partidos políticos,
sindicatos, empresas, ONGs…
El asunto es peliagudo porque un español está
condenado a haber nacido español de por vida, y nada de lo que haga podrá
cambiar eso. No obstante, la creciente ola de desapego ante esta identidad
nacional, me ha llevado a reflexionar largamente sobre el tema, y creo haber
encontrado tres posibles soluciones. Soluciones, me refiero, a la tragedia (o
tragicomedia, según el carácter de cada uno) que supone vivir, cotizar, comer y
ahogarse en vida en este lamentable país.
Comprenderá el lector que ninguna de las tres
soluciones que planteo es sencilla (porque, de serlo, ya casi nadie sería
español), pero todas pretenden ser alternativas más o menos viables para
aquellos que se sientan, con razón, al borde de la desesperación nacional.
Solución una. Emigra.
Por supuesto, esto no solucionará los problemas
de España, pero no estamos hablando de eso. Estamos hablando de ti.
Emigrar es desagradable, eso me han dicho y he
leído, y también puedo imaginármelo, aunque ciertamente no lo sé. No obstante,
estaremos todos de acuerdo, llega un momento en que entre "desagradable" y
España, la elección es obvia.
El problema es que, si decides apostar por esta
opción, te verás obligado a emigrar como español (porque emigrar como francés,
inglés o canadiense, por ejemplo, no tiene mérito alguno ante los ojos del
mundo).
En este sentido, conviene recordar que, allende
fronteras, un ingeniero español es, ante todo, español (y no tanto ingeniero).
Este fenómeno es particularmente cierto en países con superior renta per cápita
y mayor índice de suicidios (dos fenómenos que, por algún motivo, tienden a ir
unidos).
Los habitantes locales de tu nación receptora
esperarán que duermas mucho, que trabajes poco y que intentes fornicar con sus
hijas. Procura decepcionarles y no hagas nada de eso la primera semana. Solo así
tendrás alguna oportunidad de evitar que te violen y te tiren a un río (recuerda
que, en pocos meses, la repatriación de cadáveres empezará a estar por encima de
nuestras posibilidades).
Pasadas unas cuantas décadas, quizá consigas
formar una familia en tu país de acogida y tengas un gran coche y una bonita
casa con garaje, aunque también es muy probable que para todos tus vecinos sigas
siendo El Español hasta el mismo día de tu muerte.
Solución dos. Lucha por la independencia de tu
región.
Esto es relativamente sencillo si eres vasco o
catalán, no tanto si eres, qué se yo, de Castilla y León (no digamos ya de
Valencia).
La secesión siempre es un buen antídoto contra
la vergüenza nacional, también muy socorrido, aunque no es menos cierto que
comporta numerosos problemas. El primero y más evidente es que implica
necesariamente volverse nacionalista, que no es malo en sí mismo pero tampoco
bueno dado que puede provocar que tengas que cambiar determinadas rutinas como
tu periódico favorito o tu idioma.
El segundo problema, mucho más turbador que el
primero, es que nada garantiza que una región española independiente sea menos
mezquina que España en su conjunto.
Existe la posibilidad de que, tras décadas de
lucha por la secesión, una región X consiga por fin conformarse en un pequeño
Estado con una clase política corrupta, unos sindicatos corruptos y una masa
social que a duras penas entiende lo que lee.
En ese sentido, conviene tener en cuenta que
España, más que un país, es un virus, un estado mental que, por algún extraño
motivo, necesita dos horas para comer.
Solución tres. Intenta cambiar España para que
deje de dar vergüenza.
Lamentablemente, esta solución es mucho más
complicada que las dos anteriores, por lo que recomiendo centrarse en las
otras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario