Magazine
| 24/10/2013 - 23:59h | Última actualización:
11/10/2013 - 12:59h
http://www.lavanguardia.com/magazine/20131024/54391527805/opinion-magazine-quim-monzo-27-octubre-2013.html
La comisión encargada de reformar la legislación británica sobre drogas ha
presentado al Parlamento de aquel país una propuesta para
legalizar la cocaína. Tal cual. Diversos
políticos, de diferentes grupos parlamentarios, han llegado a la conclusión de
que, controlada, “la cocaína podría ser más útil que perjudicial”. En
consecuencia proponen legalizarla para garantizar “el mejor tratamiento posible
para los pobres”.
Durante mucho tiempo la cocaína fue legal, y ahora sorprende ver los anuncios
que para promocionarla se publicaban en la prensa. El primer médico que, a
mediados del XIX, empezó a estudiarla en serio la aconsejaba para las
flatulencias, para blanquear los dientes y para la lengua pastosa que a veces
tienes al despertarte. Se vendía en las farmacias y, a los niños, cuando las
encías les dolían (porque les salían los dientes, por ejemplo), les aplicaban
cocaína líquida. Luego vino Sigmund Freud, que se convirtió en un fan del
invento. Más tarde se prohibió, bien entrado ya el siglo XX. La comisión
británica dice que fue porque su uso acabó siendo un desmadre, pero en vista de
sus virtudes médicas, pide volverla a legalizar, parcialmente, de forma que
controlarían su distribución para que no esté en manos de los narcos.
Ahí está el quid de la cuestión. En el mundo entero ha quedado demostrado
que, tal como se ha llevado hasta ahora, la lucha contra el tráfico de
drogas ha sido y es un fracaso estrepitoso. Según los parlamentarios
británicos, la solución es dejar de luchar contra los productores de droga y
crear un mercado regulado que los hará desaparecer. A finales del mes pasado, el
'British Medical Journal Open' publicó un estudio en el que uno de sus autores,
el doctor Evan Wood, de la Universidad de Columbia Británica, decía: “Hay que
intentar poner en marcha políticas que sitúen la salud social y la seguridad en
el centro de nuestros esfuerzos, y considerar el uso de las drogas como un
asunto de salud pública más que penal. Como es poco probable que reducir el
tráfico de drogas tenga éxito, es claramente necesario ampliar los tratamientos
contra la adicción y crear otras estrategias que puedan reducir efectivamente el
daño que provocan”. Al leer ese estudio, Fernando H. Cardoso, expresidente de
Brasil que ahora se dedica a este asunto, concluye: “En respuesta a un estudio
como ese, los legisladores dicen: ‘Las drogas son dañinas y por eso deben seguir
siendo ilegales’. Lo que no tienen en cuenta es que, como esta y otras
investigaciones sugieren, las drogas son más dañinas, para la sociedad, los
individuos y los contribuyentes, precisamente porque son ilegales”.
Como en Europa una política contra ese tráfico nunca triunfará si cada Estado
la decide por su cuenta, sería bueno que la Unión Europea empezase a pensar con
la cabeza y no con los pies. Que, incapaces de percibir la realidad, no les pase
como al progenitor de la actriz Tallulah Bankhead, de cuyo escaso talento
previsor esta ironizaba: “Mi padre me previno contra los hombres y el alcohol,
pero nunca me dijo nada sobre las mujeres y la cocaína”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario