jueves, 31 de octubre de 2013

DE MUJERES Y COCAÍNA

La cabeza bajo el ala
Magazine | 24/10/2013 - 23:59h | Última actualización: 11/10/2013 - 12:59h
http://www.lavanguardia.com/magazine/20131024/54391527805/opinion-magazine-quim-monzo-27-octubre-2013.html

La comisión encargada de reformar la legislación británica sobre drogas ha presentado al Parlamento de aquel país una propuesta para legalizar la cocaína. Tal cual. Diversos políticos, de diferentes grupos parlamentarios, han llegado a la conclusión de que, controlada, “la cocaína podría ser más útil que perjudicial”. En consecuencia proponen legalizarla para garantizar “el mejor tratamiento posible para los pobres”.
Durante mucho tiempo la cocaína fue legal, y ahora sorprende ver los anuncios que para promocionarla se publicaban en la prensa. El primer médico que, a mediados del XIX, empezó a estudiarla en serio la aconsejaba para las flatulencias, para blanquear los dientes y para la lengua pastosa que a veces tienes al despertarte. Se vendía en las farmacias y, a los niños, cuando las encías les dolían (porque les salían los dientes, por ejemplo), les aplicaban cocaína líquida. Luego vino Sigmund Freud, que se convirtió en un fan del invento. Más tarde se prohibió, bien entrado ya el siglo XX. La comisión británica dice que fue porque su uso acabó siendo un desmadre, pero en vista de sus virtudes médicas, pide volverla a legalizar, parcialmente, de forma que controlarían su distribución para que no esté en manos de los narcos.
Ahí está el quid de la cuestión. En el mundo entero ha quedado demostrado que, tal como se ha llevado hasta ahora, la lucha contra el tráfico de drogas ha sido y es un fracaso estrepitoso. Según los parlamentarios británicos, la solución es dejar de luchar contra los productores de droga y crear un mercado regulado que los hará desaparecer. A finales del mes pasado, el 'British Medical Journal Open' publicó un estudio en el que uno de sus autores, el doctor Evan Wood, de la Universidad de Columbia Británica, decía: “Hay que intentar poner en marcha políticas que sitúen la salud social y la seguridad en el centro de nuestros esfuerzos, y considerar el uso de las drogas como un asunto de salud pública más que penal. Como es poco probable que reducir el tráfico de drogas tenga éxito, es claramente necesario ampliar los tratamientos contra la adicción y crear otras estrategias que puedan reducir efectivamente el daño que provocan”. Al leer ese estudio, Fernando H. Cardoso, expresidente de Brasil que ahora se dedica a este asunto, concluye: “En respuesta a un estudio como ese, los legisladores dicen: ‘Las drogas son dañinas y por eso deben seguir siendo ilegales’. Lo que no tienen en cuenta es que, como esta y otras investigaciones sugieren, las drogas son más dañinas, para la sociedad, los individuos y los contribuyentes, precisamente porque son ilegales”.
Como en Europa una política contra ese tráfico nunca triunfará si cada Estado la decide por su cuenta, sería bueno que la Unión Europea empezase a pensar con la cabeza y no con los pies. Que, incapaces de percibir la realidad, no les pase como al progenitor de la actriz Tallulah Bankhead, de cuyo escaso talento previsor esta ironizaba: “Mi padre me previno contra los hombres y el alcohol, pero nunca me dijo nada sobre las mujeres y la cocaína”.

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