martes, 6 de julio de 2010

ORGULLOSO


Sí, orgulloso, así me siento del municipio donde trabajo cuando leo noticias como ésta:

El Rosario, municipio con una ordenanza del siglo XXI
Desde 2008 prohibe espectáculos con animales, como el circo
NICOLÁS SOSA PÉREZ. SANTA CRUZ DE TENERIFE

No hace mucho tiempo que en este espacio semanal que DIARIO DE AVISOS pone generosamente a disposición de la causa de los animales se reflejó la satisfacción de sus valedores por la declaración institucional suscrita unánimemente por todos los grupos políticos con representación en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, que nombraba oficialmente a la ciudad amiga de los animales. No es nuestro ayuntamiento, como creíamos al principio, el primero en estas islas en dar ese paso. Nos enteramos más tarde que el de El Rosario se había adelantado, con una ordenanza publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Santa Cruz de Tenerife con fecha 15 de julio de 2008, con tan encomiable decisión. Pero El Rosario no se limitó a dar constancia de esa amistad, la cual puede llegar a ser un gesto teórico sin otro contenido, sino que en el artículo 15 de la Ordenanza citada se prohíben expresamente "los circos con animales y todos aquellos espectáculos donde se produzca la muerte o la tortura de un animal" (apartado 5.1 del mencionado artículo), "los anuncios en los medios públicos, carteleras etc., de los circos con animales ni de ningún otro espectáculo -insiste- que produzca la muerte o el maltrato de los animales" (apartado 5.2), y reitera, aunque parezca redundante, que la autoridad municipal no consentirá en su término "utilizar animales salvajes en cautividad en los circos" (apartado 5.3). Todo esto, junto con interesantes consideraciones en relación con la tenencia responsable de animales domésticos y con el trato que sus dueños habrán de dispensarles, basándose tales disposiciones en la legislación vigente relativa a la protección de animales, Ley Canaria 8- 1991 incluida. Buen ejemplo el dado por el Ayuntamiento de Santa Cruz a este respecto y mejor aún el brindado por el de El Rosario, muy a propósito todo en unos momentos en que la publicidad en estas islas de un circo con una variedad considerable de animales llena espacios televisivos y ocupa páginas enteras en los periódicos. No se cubren de gloria precisamente los ayuntamientos de Santa Cruz de la Palma, La Laguna y, ahora, Las Palmas de Gran Canaria, así como otras instituciones públicas que con su consentimiento, su apoyo y hasta con su patrocinio han hecho posible la presencia en Canarias del circo en cuestión, propiciando así la continuidad de prácticas anacrónicas en pleno siglo XXI.

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