
06/11/09, 1:06pm hora local (sobrevolando algún lugar de Siberia)
No estamos a 1 de enero, día en que medio mundo realiza mentalmente la lista de propósitos para el nuevo año y el otro medio sigue preocupado por lo que va a comer ese día. No, hoy es viernes 6 de noviembre y me ha parecido un buen momento para empezar a escribir, mientras espero -y desespero- que el largo vuelo que me lleva desde Auckland hasta Londres, con escala en Hong Kong, aterrice por fin en Heathrow, terminando así mis vacaciones. Los vuelos largos logran exprimir la imaginación para poder sacarle el mayor partido al tiempo, siempre que uno sea de los que prefieren no drogarse con alguna de esas pastillas que por arte de magia te dejan en brazos de Morfeo. Entre cabezada y cabezada se echa mano de la siempre recurrente revista de crucigramas, el libro que uno ha empezado en casa o durante las vacaciones, la revista de la compañía aérea donde uno comprueba lo bien que se viaja en bussiness class o la de entretenimiento on board, algún periódico comprado en el aeropuerto y que resulta muy incómodo leer, las películas de la pantalla individual situada en el respaldo del pasajero de delante que deseamos que no recline, la música (remedio infalible para casi todos los males) y, por supuesto, la emocionante perspectiva del próximo movimiento de carritos por los pasillos del avión, más por lo entretenido de la siempre frugal comida que por su contenido; de este tema podríamos hablar largo y tendido, pues hay que reconocer el mérito de estas compañías de cattering al conseguir que su variado menú tenga siempre el mismo sabor.
¿Y qué decir de este invento maravilloso llamado iPod u otro mp3? Poder llevar toda la música que uno quiera, de manera cómoda y fácil de escuchar, resulta el perfecto compañero de viaje. Los auriculares de los aviones, diseñados por "el enemigo", resultan incomodísimos, por lo que siempre es una buena idea ir pertrechados con los propios. Me gusta viajar con dos iPods, el primero de ellos lo saturé en poco tiempo. Con tanta capacidad de almacenamiento no hay problema para escoger entre mi fonoteca de amplio espectro. En este momento, mientras escribo, mitigo el sonido de los motores escuchando el Panis Angelicus. Recuerdo que, cuando empezó a popularizarse el uso del iPod en Estados Unidos, antes que en Europa, estuve una temporada en San Francisco y allí me sorprendía ver a una gran cantidad de pasajeros del metro conectados a estos aparatos. Ahora ya no nos sorprende ver a la gente escuchando música por la calle, o simplemente hablando por teléfono son un pequeño auricular en el oido que los convierte en personajes muy surrealistas.

He aquí una cuestión de interés: ¿cómo me encontraré el césped del jardín?

Música durante el vuelo: clásica. Películas:
- "Harry Potter and the Half-Blood Prince", 2'28".
- "The ugly truth", 1'36".
- "Julie & Julia", 2'3".
- "The time traveller's wife", 1'48".
- "A perfect getaway", 1'38".
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