Cada vez me gustan menos las ciudades. Odio su tráfico y su falta de civismo; me pone enfermo ver coches aparcados en segunda fila, sobre pasos de peatones, en aparcamientos adaptados, en zona de motos, en accesos a garajes. La obsesión de tener que aparcar sea como sea y sea donde sea vuelve al conductor tonto e insolidario, no abría decir en qué proporción. El transporte público es una solución, sin duda, pero también lo son las motos. Otro gallo nos cantaría si hubiera menos coches y más motos, podríamos recuperar la ciudad para el ciudadano, si es que alguna vez fue de éste.
Volví a casa en moto y cruzó sobre mi una garza volando. En ese momento pensé, ¡qué feliz soy de vivir en el campo!
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Jorge Cafrune, *Garzas viajeras.
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