Parece, según escucho esta mañana, que la llamada "ruta canaria" es de las más peligrosas del mundo. De esta ruta, que va desde las costas noroccidentales africanas hasta las Islas Canarias, conocemos a los inmigrantes que llegan hasta las islas más cercanas como Lanzarote o Fuerteventura o hasta El Hierro. Las estadísticas nos dicen que, desde lo que llevamos de año, han alcanzado nuestras costas casi 8.000 personas. Han llegado 8.000, que sepamos, ¿pero cuántos se habrán pasado adentrándose en el Atlántico para morir?
Pensarlo da miedo y nos deja una enorme tristeza.
Volviendo de El Hierro a Tenerife el sábado pasado, volaban con nosotros unos cuantos jóvenes africanos con un cuidador. A los pibes, que calculo no tendrían más de 15 años, entiendo que los trasladaban para internarlos en otro centro de acogida. Es verlos y pensar en cómo se han jugado la vida saliendo de sus países, solos, sin familia, a punto de meterse en un avión -quizá por vez primera-, escuchando un idioma que no conocen y sin conocer cuál será su destino. No sentir empatía por estos pobres chicos no deja ver sino un corazón de hielo, digan lo que digan.
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