Suelo escribir recurrentemente sobre las horas del día, que nunca son suficientes para mi. Siempre pierde alguien, o mi vigilia o mis horas de sueño o yo mismo, al fin y al cabo. Muchas noches llego a la cama exhausto y hasta sorprendido por lo tarde que se me ha hecho entre una cosa y otra. Si trabajo por la tarde porque estoy agotado, si me lo he tomado con calma porque nunca hay tiempo para hacer todo lo que hay pendiente; si duermo algo de siesta porque no me ha dado sueño y, si he permanecido despierto porque se me caen los ojos. O sea, nunca llueve a gusto de todos o, también podría servir, el que no se consuela es porque no quiere.
Conferencias sobre Medio Ambiente, charlas sobre escritura creativa, ballet, ópera, conciertos de la Sinfónica, exposiciones, lectura pendiente, café con amigos, deporte incipiente... mens sana in corpore sana.
Los fines de semana se convierten en la joya de la corona, ya sea para culminar las tareas pendientes o, por el contrario, dedicarse al hedonista placer de no dar ni golpe. ¡Qué placer!
La vida se convierte por momentos en un baile griego, más rápida cuanto más lenta.
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Mikis Theodorakis, *Horos Tou Zorba.
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