martes, 17 de noviembre de 2020

CRUCE DE CAMINOS, COMO MÍNIMO

Ayer nos dejó una compañera de siempre para cambiar de aires. En estos casos siempre -si es alguien a quien tengo aprecio- se apoderan de mi sentimientos contradictorios: aquel que envidia el cambio de trabajo, aquel que se entistece por la separación, aquel que se descubre cobarde por no hacer lo mismo. Pasamos tantas horas en el trabajo que si hay lugar donde se cumple el dicho es aquí: quien tiene un amigo tiene un tesoro, que las puñaladas son como las meigas, haberlas haylas. Aún así, trabajar para los demás siempre deja un poso de satisfacción, si no sería un trabajo insorportable.

Otra anécdota para contar cuando me decida a escribir el libro sobre mis años en la Administración.

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Semiramide, Rossini. *Dolce pensiero di quell'istate.

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