He empezado a ver este domingo la tercera temporada de "The Crown". La serie, magníficamente rodada y muy amena, se acerca lentamente a la época actual y ya han aparecido en escena Margaret Thatcher, la Guerra de Las Malvinas, la princesa Diana, etc. En el primer capítulo, invitados Primera Ministra y su marido al Castillo de Barmoral, ésta comenta con su marido la falta de casi todo de la familia real, aparentemente unos snobs.
Durante los dos primeros capítulos los protagonistas cazan, deambulan por sus propiedades (los exteriores son preciosos), disparan, hablan y, sobre todo, pierden el tiempo ociosamente. Siempre me he preguntado qué le verán los nobles a la caza -ahora los ricos, que siembre van a la zaga con ese complejo de inferioridad ante la aristocracia-, yo no lo puedo intentar. Todos alaban la grandeza de la naturaleza y la belleza de los animales, pero a todos les pone matarlos y colocar la cabeza como trofeo en esos salones oscuros y macabros.
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