Acabo de enterarme del fallecimiento de un amigo, compañero de juegos de la infancia de mi madre, hijo, a su vez, de los mejores amigos de mis abuelos (ya todos fallecidos) y con el que tuve mucha relación estos últimos años por motivos "profesionales", digámoslo así. Qué sensación tan extraña es no saber de la enfermedad de alguien, hablar ayer y enterarte hoy de su muerte. D.E.P.
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