Muere Ana María Matute, testigo
mágico de la literatura en España
LUIS ALEMANY. Madrid.
25/06/2014
Ana María Matute, penúltimo
testigo de una era en la literatura española, ha muerto a los 88 años y 11
meses, tres años después de recibir el Premio Cervantes que la dejó para
siempre en el palmarés de las letras. Hace sólo unos meses, Ana María se dejó
ver en Jerez, en la Fundación Caballero Bonald con la buena noticia de que
tenía una nueva novela terminada. Será su último legado.
Para entender a Matute, lo más
sencillo sería poner en sintonía su instinto y su tiempo. El instinto era la fuga,
la fantasía, la fábula... que la hicieron famosa. Rosa María Regàs contaba en
su blog en ELMUNDO.es hace unos años que Ana María Matute era famosa entre las
chicas barcelonesas de su edad mucho antes de que alcanzara relevancia literaria
por la perseverancia con la que se dedicaba a escribir relatos fantásticos.
Y el tiempo, claro, es el de la
posguerra, el de 'Nada' y el de 'Habíamos ganado la guerra', por citar dos
novelas escritas por mujeres y ambientadas en su ciudad. "A nosotros, los
de mi generación, nos cayó la guerra encima cuando estábamos empezando a
vivir", dijo alguna vez Ana María Matute.
Ha salido el nombre de 'Nada', de
Carmen Laforet. Su estela fue la que abrió el camino a 'Los Abel' (1948), la
novela con la que Matute se dio a conocer en 1948. Había una obra anterior,
escrita a los 17 años, llamada 'Pequeño teatro' (1954), que salió a flote a
partir de ese momento de ruptura y que ganó el premio Planeta de 1954 y querepetía
el esquema de 'Nada': un adolescente idealista era el testigo de un mundo
hostil e hipócrita. La novedad es que el paisaje ya no era tan minimalista como
en 'Nada', había nuevos ropajes, más terciopelo y más poesía. Ana María Matute
era la chica del momento.
Pero eso no significa que
estuviera predestinada a la felicidad. Su infancia había sido traumática:
nómada entre Barcelona y Madrid,marcada por la educación severísima de las
Damas Negras, tartamuda y solitaria... Pronto se casó con Eugenio de
Goicoechea, matrimonio que fue un nuevo desastre en su vida. Se separaron por
iniciativa de ella, lo que la convirtió en una intocable social durante muchos
años y le hizo perder, por un tiempo, la custodia de su hijo.
No dejó de escribir y de tener
éxito durante los años 50 y 60: 'Los hijos muertos', de 1959, ganó el
Premio de la Crítica y el Nacional de Literatura. Aquella era una historia
sobre exiliados que volvían, diferencias de clases, ambientes sórdidos...
¿Había perdido el interés por lo mágico? No. Por esa época, Matute había
empezado ya a escribir relatos infantiles. Y no faltaba mucho para que
arrancara a componer 'Olvidado Rey Gudú', la novela en la que todos pensamos
cuando aparece el nombre de Ana María Matute,
'Rey Gudú' fue escrita, al menos
en su primera versión, en 1971, pero permaneció en un cajón 25 años, de los
cuales, 23 fueron de silencio literario para Ana María Matute. Literario y no
sólo literario: la escritora atravesó una larga depresión que casi la
borró del mapa. En 1996, ya recuperada y convertida en una mujer más o menos
anciana, 'Olvidado Rey Gudú' se convirtió en un hito para la literatura
española de ese momento. De nuevo hay una niña como protagonista, esta vez en
un mundo de caballeros andantes, brujos, reyes medievales, un 'collage' de
fábulas que se solapaban unas a otras.
Y eso, en un país de tradición
garbancera que nunca se ha tomado muy en serio el género fantástico. Ana María
Matute ha sido siempre una rara en la literatura española, por mujer, por
fabuladora, por la manera en que se proyectaba hacia el exterior. Esa
especie de abuela burguesa y encantadora que bebía wiskhey con vigor, contaba
cuentos para los críos y después, describía la depresión como si nada. Pese a
esa rareza, o quizá por ella, ha sido una mujer muy querida: "Su muerte es
un descalabro en mi intimidad", explicaba José Caballero Bonald al conocer
su muerte.
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