De la ley antigay a presidir la
Asamblea de Naciones Unidas
Sam Kutesa, impulsor de la norma
que persigue la homosexualidad, es el nuevo presidente.
ALBERTO ROJAS
La Carta de Naciones Unidas, la
Declaración Universal de Derechos Humanos y la Constitución de Uganda reiteran
que todos los seres humanos son iguales en dignidad y derechos y nadie puede
ser discriminado ni privado del disfrute de una vida plena. Pero el
firmante de una norma que persigue y condena a cadena perpetua a los
homosexuales preside desde ayer la Asamblea General de la ONU, un auténtico
contrasentido.
Sam Kutesa, el hasta ahora
ministro de Exteriores ugandés era el candidato del Gobierno de Kampala y la
Unión Africana para sustituir a John William Ashe. El secretario general, Ban
Ki-moon, no quiso hacer comentarios y recordó que la elección del presidente de
la Asamblea es competencia de los Estados miembros, pero el coreanoya se posicionó
en contra de la norma cuando fue aprobada hace cuatro meses. Desde ayer preside
la Asamblea de la ONU uno de sus firmantes.
Pero Sam Kutesa no es sólo
conocido en Uganda por ser uno de los impulsores de esa ley. "Se trata de uno
de los políticos más ricos y con más escándalos de corrupción, de los que
siempre ha salido impune", cuenta a EL MUNDO un periodista ugandés que
prefiere mantener el anonimato. "En los 90, cuando era presidente de la
aerolínea nacional ugandesa, impulsó su venta junto al presidente
Museveni, y de aquella operación salió mucho más acaudalado de lo que entró.
Después firmó contratos con Naciones Unidas (como el transporte de los Cascos
azules hacia el Congo) desde la empresa privada Entebbe Handling Services
(ENHAS) de la que era principal accionista. Aquello le procuró mucho más
dinero. Hoy Uganda no tiene aerolínea propia. Se le considera como la
prolongación del poder de un mandatario que lleva 27 años en el sillón y
que censura a la prensa".
De su gabinete desaparecieron en
2012 12,7 billones de dólares en ayuda al desarrollo destinada a levantar un
país arrasado por 20 años de guerra y dictaduras tan sangrientas como la de Idi
Amin. El 30% del presupuesto nacional proviene de esa vía de financiación
externa. Curiosamente, el Gobierno, en vez de perseguir el crimen en sus
propias filas, ha detenido, este mismo año, a 28 activistas anticorrupción "por
distribuir información en la vía pública".
¿En qué consiste la llamada ley
antihomosexuales de Uganda? La enorme influencia de las nuevas iglesias
evangelistas, con pastores radicales y populistas que se han hecho
millonarios con la recogida de generosos cepillos, es la clave para entender
esta persecución a las lesbianas, transexuales y gays en este país anglófono.
Algunos sacerdotes poseen hasta jet privado, como David Oyedepo, cuya fortuna
personal se estima en 150 millones de dólares.
Alimentados económica e
ideológicamente por lobbies cercanos al Tea party de EEUU, estos colectivos
impulsaron una norma en 2009que preveía pena de muerte para aquellos que
tuvieran relaciones con personas del mismo sexo. Finalmente el presidente
Yoweri Museveni y sus ministros acabaron aprobando en diciembre del pasado año
una ley que cambiaba la pena de muerte por la cadena perpetua. Pero la
persecución impune de homosexuales había empezado antes: varios periódicos y
revistas comenzaron a publicar fotos y nombres de los activistas gays para
acusarlos de "sodomizar adolescentes", "impulsar la
propagación del VIH" y de "pertenecer a instituciones malignas".
Estas maniobras buscaban criminalizar la homosexualidad. Y lo consiguieron. La
persecución ha alcanzado límites mafiosos desde el año 2011. El bloguero y
activista David Kato apareció retratado en la portada del periódico local
'Rolling Stone' (nada que ver con la popular revista musical), bajo el título:
"Colgadlos, van a por nuestros hijos". Meses después un hombre
entró en su casa de Kampala y le disparó dos veces en la cabeza. Hoy pasar
a la clandestinidad es la única posibilidad para estas personas.
La analista y bloguera ugandesa
Rosebell Kagumire afirma que esta norma ha inspirado cacerías de homosexuales
por todo el país. "En Uganda hay zonas en las que la gente jamás ha oído
hablar de la homosexualidad y que la considera como una suerte de brujería.
Esto estigmatiza aún más a los gays". No hay estadísticas, pero
organizaciones como Human Right Watch denuncian que muchos homosexuales son
repudiados por sus familias, expulsados de la sociedad y finalmente acaban
suicidándose.
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