He estado viendo estos tres últimos días, "por capítulos", la película Apollo 13, que me entretiene.Aún me emociona el final.
Apolo 13 fue la séptima
misión tripulada del Programa Apolo de los Estados Unidos de América y la
tercera con intención de alunizar. La nave fue lanzada el 11 de abril de 1970 a las 13:13
horas. El alunizaje fue abortado debido a la explosión de un tanque de oxígeno
dos días después del despegue, inhabilitando el módulo de servicio del cual
dependía el módulo de comando.
A pesar de los apuros causados
por la energía limitada, pérdida de calor en la cabina, falta de agua potable y
la crítica necesidad de reparar el sistema de extracción de dióxido de carbono, la tripulación regresó a
salvo a la Tierra el 17 de abril.
El vuelo fue comandado por James
Lovell con John L. “Jack” Swigert como piloto del módulo de
comando y Fred W. Haise de piloto del módulo lunar. Swigert
suplió al piloto original del módulo de comando Ken
Mattingly, a quién el doctor de vuelo mantuvo en tierra debido a que estuvo
expuesto al contagio de sarampión. La misión del Apolo 13 era
explorar la formación Fra Mauro llamada así por el Cráter Fra Mauro, de 80 km de diámetro que se
localizaba en su interior. Ésta es una área selenológica la cual se
pensaba estaba compuesta de ”ejecta” del impacto que formó el Mare
Imbrium. La siguiente misión Apolo, Apolo
14, eventualmente designada para alunizar en Fra Mauro.
La misión empezó con un pequeño
incidente: durante el vuelo de la segunda etapa, el motor central se apagó dos
minutos antes de lo previsto. Los cuatro propulsores externos estuvieron
encendidos más tiempo para compensarlo, y el vehículo continuó hacia una órbita
exitosa.
Rumbo a la luna, aproximadamente
a 200 000 millas (321 868,8 km) de la Tierra el
Control de Misión le pidió a la tripulación que encendieran los ventiladores de
los tanques de hidrógeno y oxígeno, los cuales estaban destinados a
estratificar los contenidos criogénicos e incrementar la precisión de las
lecturas de cantidades. Aproximadamente 93 segundos después los astronautas
escucharon una gran explosión, acompañado de fluctuaciones en la energía
eléctrica. La
tripulación inicialmente pensó que un meteorito había chocado con el módulo
lunar.
Pero lo que en realidad pasó fue
que el tanque de oxígeno número 2, uno de los dos tanques ubicados en el módulo
de servicio, había explotado. Un
aislamiento de teflón dañado en los cables que iban a los ventiladores dentro
del tanque 2 permitió que los cables hicieran cortocircuito. El fuego
resultante incrementó la presión más allá de su límite y la cúpula del tanque
se rompió, llenando la bahía de células de combustible (Sector 4) con oxígeno
que se expandió rápidamente.
a presión dentro del
compartimiento expulsó las tuercas que mantenían atornillado el panel de
aluminio que cubría el Sector 4, el cual al explotar probablemente le causó
daños menores a la antena utilizada para comunicaciones translunares. Las
comunicaciones y la telemetría a tierra se perdieron por 1.8 segundos, hasta
que el sistema se corrigió automáticamente pasando de modo banda corta a banda
ancha.
El choque mecánico forzó a las
válvulas de oxígeno a cerrarse en las celdas de combustible números 1 y 3, lo
cual solo permitió que operaran por 3 minutos. El choque también causó ya fuere
una ruptura parcial de una línea del tanque de oxígeno 1 o causó que su válvula
de paso tuviera una fuga, permitiendo que su contenido se escapara al espacio
exterior durante los siguientes 130 minutos, vaciando por completo el
suministro de oxígeno del módulo de servicio.
Como las celdas de combustible
combinaban hidrógeno y oxígeno para generar electricidad y agua, la celda de
combustible número 2 finalmente se desactivó y dejó a los módulos de comando y
servicio del Apolo con limitada energía de las baterías. La tripulación se vio
forzada a apagar el módulo de comando completamente y a usar el módulo lunar
como “bote salvavidas”. Esto fue
sugerido durante una simulación de entrenamiento pero no fue considerado como
un posible escenario. Sin
la disponibilidad del módulo lunar, el accidente hubiera sido fatal.
El daño en el módulo de servicio
hizo que un alunizaje fuese imposible, así que el director de vuelo Gene Kranzinmediatamente
abortó la misión. Los planes de aborto existentes, hechos en 1966, fueron evaluados;
el plan más rápido era una trayectoria de aborto directo, la cual requería usar
el motor del módulo de servicio para lograr un gran cambio en la velocidad para
esencialmente cambiar la trayectoria de la nave. A pesar de que éste plan
llevaría a los hombres de manera más rápida a casa y con la menor pérdida de
insumos, era altamente impráctico por las siguientes razones:
Era práctico solo en una etapa
temprana de la misión, antes de que la nave entrara a la esfera gravitacional
de la Luna, lo cual ya le había sucedido al Apolo 13 en el momento del
accidente.
No había manera práctica de
obtener energía eléctrica para encender el motor.
Se temía que el tanque de oxígeno
que explotó hubise provocado un daño al motor, impidiendo que el motor fuese
encendido de manera segura.
Por éstas razones, Kranz y el
director de vuelo adjunto Christopher C. Kraft eligieron un regreso
libre circumlunar, utilizando la gravedad de la Luna para regresar la nave
hacia la tierra, acelerando un poco la nave antes del apoastro para ayudar a
acelerar el regreso. Sin embargo, el Apolo 13 ya había dejado su trayectoria de
regreso libre inicial posteriormente en la misión, como requerimiento para el
alunizaje que estaba planeado en Fra Mauro. Por esa razón, la primera orden fue
restablecer la trayectoria por medio de un pequeño impulso del sistema de
propulsión del módulo lunar. El motor de descenso fue utilizado nuevamente para
la aceleración antes del Apoastro. Se encendió solo una vez más para una
corrección menor de la trayectoria.
Para lograr un regreso seguro se
requirió que tanto la tripulación como el personal de apoyo actuaran con gran
ingenio bajo extrema presión.
Los suministros del módulo lunar
estaban previstos para mantener a dos personas por tan solo dos días y no a
tres personas durante cuatro días. El oxígeno era el suministro menos crítico,
ya que el módulo traía suficiente como para re-presurizar el módulo lunar
después de cada actividad extra-vehicular. A diferencia de los demás módulos,
que eran impulsados por celdas de combustible que producían agua como
subproducto, el módulo lunar era impulsado por baterías de óxido de plata, así
que la energía eléctrica y el agua (utilizada para enfriar el equipo y para
beber) eran suministros críticos.
Para mantener los sistemas de
soporte de vida y de comunicaciones operacionales hasta el regreso, el módulo lunar
fue reducido a los niveles de energía más bajos posibles.
El limitado hidróxido de litio
que servía para eliminar el dióxido de carbono era un problema serio. Los
suministros de LiOH internos del módulo lunar no eran suficientes para mantener
a la tripulación hasta el regreso y el remanente estaba guardado en la etapa de
descenso, fuera de alcance.
El módulo de comando tenía una
cantidad adecuada de contenedores de LiOH, pero estos eran incompatibles con el
módulo lunar. Los ingenieros en tierra improvisaron una forma de unir los
contenedores con forma de cubo del módulo de comando a las entradas cilíndricas
del módulo lunar, llevando aire por medio de una manguera. Los astronautas
llamaron a éste dispositivo “el buzón”.
Otro problema que debía
resolverse para lograr un regreso seguro era conseguir un encendido completo
del módulo de comando apagado, de la nada; cosa que nunca se había hecho en
vuelo. El controlador de vuelo John Aaron, con ayuda del astronauta
Mattingly y muchos ingenieros y diseñadores, tuvo que inventar un nuevo
protocolo para lograr esto con el suministro limitado de energía y el tiempo
tan corto. Esto fue
demasiado complicado por el hecho de que los reducidos niveles en el módulo
lunar causaron que la temperatura descendiera considerablemente. El módulo de
comando sin energía, se enfrió a tal grado que el agua se empezó a condensar en
las superficies sólidas, causando preocupación de que este hecho pudiera dañar
los sistemas eléctricos cuando se reactivaran. Esto resultó no ser un problema,
en parte por las extensivas mejoras en el aislamiento eléctrico aplicadas
después del fuego en el Apolo 1.
Al acercarse a la Tierra, la
tripulación separó el módulo de servicio para tomar fotos que serían utilizadas
en análisis posteriores. Fue en ese momento que la tripulación se sorprendió al
ver por primera vez que el panel del Sector 4 había desaparecido. De acuerdo
con los analistas, estas fotos mostraban también daños en la antena.
Finalmente la tripulación separó
el módulo lunar “Aquarius”, dejando el módulo de comando “Odissey” para
comenzar su solitaria entrada través de la atmósfera. Una entrada normal está
acompañada por cuatro minutos sin comunicaciones, periodo al que se lo llamó
«velo negro» y que es causado por la ionización del aire alrededor del módulo
de comando. La posibilidad de un daño al escudo térmico, causada por la ruptura
del tanque de oxígeno, elevó la tensión durante el velo negro, el cual tomó 33
segundos más de lo normal.
Sin embargo, “Odissey”
restableció el contacto por radio y amerizó a salvo en el Pacífico Sur, al
sureste de la Samoa Americana y a 6,5 km del barco de
recuperación.
La tripulación estaba en buenas
condiciones exceptuando a Haise, quién sufría de una seria infección en el
tracto urinario por la falta de agua. Para evitar alterar la trayectoria de la
nave, se le ordenó a la tripulación parar la tirada de desperdicios urinarios.
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