viernes, 4 de junio de 2010

OTRA VERSIÓN DEL ASUNTO


Sé que no estaré siendo políticamente correcto colocando este artículo de opinión sacado de un blog, pero me niego a que, después de lo sucedido fgrente a Gaza esta semana, sólo se tenga información de un lado, o sea Israel es el diablo y se acabó. Libertad para que cada cual piense lo que quiere y concluya lo propio, pero con toda la información, sin sesgos. Ahora que ser propalestino es ir a la moda es imposible escuchar una voz que defienda el derecho a la defensa de un pueblo, el derecho a impedir el tráfico de armas o el rearme continuo desde los países cercanos. Bloqueos existen en otros lugares del mundo, sea por la razón que sea, y obviamente a nadie se le ocurre romperlo porque sabe a lo que se expone (no juzgo que los bloqueos sean justos o no, que ésta sería otra cuestión). El hecho claro es que el tráfico marítimo es una de las formas para entrar armar en la franja de Gaza, armas con las que continuar los incesantes ataques desde ella a Israel, por mucho que sólo se hable de los ataques judíos a Gaza. Posicionarse es legítimo y además muy humano, lo sé, pero no debemos cegarnos y dar opción, aunque sea pequeña, a pensar que a lo mejor ni unos son tan malos ni los otros tan santos. Palestina debe existir, como estado, en paz con su vecino Israel. Éste debería ser el primer paso para solucionar el problema; dos estados sin terrorismo.
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AMBIENTE DE POGROM
Burdamente preparado pero preparado. Sin originalidad; el mismo modelo de siempre, pero urdido de antemano entre los de siempre: terroristas islámicos, enemigos occidentales de Israel, judeófobos de cualquier sello, algún que otro ejemplo de auto-odio judío, oportunistas que se adhieren como lapas a las ONG, que dan mucho juego. También el criminal es el de siempre: Israel como símbolo del pueblo judío. Aunque hoy se cuidan mucho de declarar su odio a los judíos y “se limitan” a Israel, sin olvidar declarar como sus amigos y respetados colaboradores a unos cuantos judíos “buenos”, es decir, enemigos de su pueblo o del Estado de Israel, da igual si Noah Chomsky o los Naturei Karta: todos los de esos estilos son bienvenidos. En la Edad Media, el Pogrom se veía venir desde lejos: aparecían alguna joven o algún niño muertos, a veces ahogados en un río; otras, con claras huellas de haber sido medio devorados por un animal salvaje. Daba igual si se les conocía o no en el pueblo: de pronto se esparcía como la pólvora el rumor de que se trataba de una doncella ejemplar o de un niño tan piadoso y bueno que más parecía un ángel sobre la tierra, asesinados por los judíos en un sacrificio ritual, con el fin de beber su sangre, de impedir sus devociones cristianas (hoy se suman las islámicas, según una serie que pudo verse hace poco en la TV egipcia), o de emplear dicha sangre en la confección del pan ázimo. Poco después el populacho, soliviantado, marchaba armado con hoces y guadañas, garrotes y fuego contra los barrios judíos incendiando, matando, violando, robando. La Iglesia hacia poco o nada para impedirlo; a veces sus miembros colaboraban. Los nobles respiraban satisfechos porque habían liquidado las deudas contraídas con prestamistas judíos, o bien su soberbia se sentía exaltada. Los sobrevivientes tenían que callar, por temor a nuevas represalias; enterrar a los muertos y hasta la próxima vez. Nadie diga que se trata de horrores medievales: el último Pogrom conocido se llevó a cabo en Polonia, poco después de terminada la segunda guerra mundial. Las víctimas fueron judíos sobrevivientes del Holocausto nazi. Los victimarios, gente del pueblo, estimulados por los ocupantes de las casas pertenecientes a esos judíos, que encontraron un modo fácil de impedir que fueran reclamadas. Fue un grave error a mi entender haber entregado Gaza. Muchas voces advirtieron lo que iba a suceder: se volvería plataforma de acción para los terroristas. El pueblo palestino poco o nada ganaría. La esperanza, casi utópica, de dar pasos hacia la paz movió al gobierno israelí de entonces a ceder Gaza. Aquí tenemos el resultado: ataques diarios con misiles (dicen los cínicos bienpensantes que son artesanales: ¡Haberlo advertido, hombre!), acusaciones sin fin que tratan a Israel como ni jamás hubiera hecho o hiciera nada para lograr la paz; todos se hacen la vista gorda con la ayuda humanitaria que Israel y algunos países islámicos proporcionan a Gaza. Entretanto Hamás, adueñada de dicho territorio, siembra en éste la judeofobia e inculca a la población infantil (o adulta) que su cometido es “echar a los judíos al mar”. Lo de siempre. Los sucesos recientes siguen el mismo esquema: se emplean la mentira y la manipulación para esparcir el rumor de que la población palestina en Gaza pasa hambre y muere sin atención médica por culpa de…claro, de Israel. Se prepara una expedición que, tras declarar que irá a paliar la supuesta catástrofe imperante en Gaza, se dedica a echar bravatas de todo tipo: que llegarán a Gaza diga lo que diga (o haga) el país cuyas aguas se disponen a violar. Eso, tras la serie de acusaciones y ofensas de siempre. Israel advierte una y otra vez. Las bravuconadas de la flotilla de provocadores aumentan por horas. Se les da el alto, y emprenden la marcha hacia Gaza con una aceptable provisión de turcos destinada a todas luces a cumplir uno de los posibles objetivos de la maniobra. El ejército israelí responde, como había advertido. Ante la violación de sus aguas, abordan uno de los buques de la flotilla para sacarlos de allí. Los soldados son agredidos y responden, como es lógico. Hay muertos y heridos entre los integrantes de la flotilla. Ya tienen lo que deseaban: ahora, a gritar con ayuda de todos sus corifeos del mundo: ¡ISRAEL, asesino!
Los diarios responden muy a gusto: desde Urgente24 hasta El Mundo o El País en España, de proverbial judeofobia. Los titulares rezuman satisfacción: “Israel se asoma al abismo”; “Israel pierde a su mejor aliado en el mundo islámico”; La desigual batalla. Y muchos más. Quienes no están muy informados se preguntan por qué siempre se ataca a Israel, se dicen que “Algo habrá, si siempre se le achacan tantos crímenes”. Actores o histriones como Willy Toledo se apresuran a llamar a "esta cosa infecta y repugnante que se llama Plataforma de españoles por la democratización de Cuba y a la señora Rosa Montero que apoyó el bombardeo criminal de Gaza para que se anime y que apoye también esta salvajada y el crimen que acaban de cometer" (El País, 31/V/2010). En los sucesos de este fin de semana, cuyo fin se ve hoy bien claro, se notaba que se preparaba el nuevo Pogrom, la nueva embestida contra Israel. ¿Qué se proponen ahora? ¿Hacer desmesurada la mala imagen de Israel que han fomentado con toda paciencia y tesón los islamistas ayudados por las izquierdas, casi siempre por sus peores miembros? ¿Romper la amistad de Israel y Turquía? ¿Obligar a las organizaciones internacionales o a la Unión Europea a condenar abiertamente a Israel? ¿Preparar el terreno para un nuevo ataque armado a Israel, una invasión que nadie se atreva a condenar? El Pogrom, señores míos, el Pogrom. No evolucionan. Pero hay malas noticias para ellos: Israel no está solo. A esos diarios llegan mensajes que silencian, de personas que conocen la verdad; Cuba, víctima de sus maldades, tiene muchos hijos que apoyan a Israel; Venezuela también. Muchos pueblos del mundo cuentan con personas de bien capaces de enfrentar a los galardonados de salón que componen sus huestes. Israel no está solo.

Lourdes Dina Rensoli Laliga. 01/06/2010

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