Después de terminar mi último año de arquitectura, y antes de entregar el Proyecto Fin de Carrera, pasé mi primer mes en Kenya. Mi amigo vivía en Nairobi, sin coche y sin tiempo para enseñarme la ciudad, así que me dediqué a patearla con la ingenuidad del que va por vez primera a un lugar y le queda todo por conocer. 
Recuerdo las interminables caminatas, las sesiones fotográficas de todo lo que me llamaba la atención, los tés en el New Stanley o en el Norfolk, muy cerca de la primera peluquería de Sharon.
Me apunté a un safari auténtico, barato y en casetas de campaña. Masai Mara fue nuestro destino y allí compartí furgoneta, polvo y comida masai con americanos, franceses, japoneses y hasta con una pareja española con la que coincidimos una noche; ellos llegaban de haber subido el Kilimanjaro. Después terminé la carrera, empecé a trabajar, me metí en la rueda... Tardé unos años en volver a Kenya y esa vez me quedé a vivir allí algunos meses. Fue en esta época cuando, aparte de Sharon, entraron en mi vida Marina, Tochi, Geremia... Recuerdo estos años con cariño.
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