jueves, 12 de agosto de 2021

MOBILIARIO URBANO


Escucho en Radio 5 hace un momento un duro reportaje sobre los vagabundos en Madrid, la ONG de red de apoyo a la integración sociolaboral HOGAR SÍ que se ocupa de ellos, los centros de acogida del SAMUR, Cáritas o la Cruz Roja, la labor social de la exparroquia de San Carlos Borromeo de Entrevías -ahora centro parroquial por "poca ortodoxia parroquial"-, o la campaña en otros países HOMING FIRST.  Lo más duro ha sido escuchar varias entrevistas a personas sin hogar que viven en la calle; mujeres y hombres, como los que han hablado, con más de 15 años a sus espaldas malviviendo en las calles, en las bocas de metro, cajeros, bancos de los parques...
Personas como nosotros con graves patologías (en esta ocasión un hombre tras un ictus y una mujer con una enfermedad degenerativa de retinas), serios problemas para el aseo personal y la comida diaria, que describían cómo era un día normal y, sobre todo, las noches. Una de la entrevistadas, una señora que llevaba 17 años en la calle, había conseguido una modesta vivienda y contaba cómo su primera noche tuvo miedo de dormir sola después de años compartiendo su penoso estado con compañeros en su misma situación.
Vagabundos, ese grupo de gente invisible, mobiliario urbano olvidado por todos, carne de cañón. Es indecente que en el siglo en el que vivimos, en un país del primer mundo, aún convivamos con seres humanos que carecen de todo y que a la vez están rodeados también de todo. Duele.
Jacques Brel, *Ne me quitte pas.

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