Dichos y refranes al respecto los tenemos todos y más: "Cuanto más conozco a las personas más quiero a mi perro; "Sé la persona que tu perro piensa que eres"; "Amigos verdadesros, un palo y un perro"; "Ccompañía de dos, mi perro y yo"; "No importa logrande que te creas, más alto es un poste y lo mean los perros"...
El amor a los animales es absoluamente perfecto porque nunca esperamos nada de ellos, como con las personas -condición humana- y, en cambio, lo recibimos todo de ellos de manera incondicional. Cuando se nos muere un perro, maldita ley de vida, se nos va con él (con ella) no solo su amor y su compañía, que lo ha sido todo; se lleva sonidos de pasos sobre el suelo, respiraciones y ronquidos, jadeos, lenguas húmedas, babas, ladridos de felicidad, lugares llenos de movimiento, de roces, de pelos, de miradas, de luz y hasta de silencios.
El amor a los animales es absoluamente perfecto porque nunca esperamos nada de ellos, como con las personas -condición humana- y, en cambio, lo recibimos todo de ellos de manera incondicional. Cuando se nos muere un perro, maldita ley de vida, se nos va con él (con ella) no solo su amor y su compañía, que lo ha sido todo; se lleva sonidos de pasos sobre el suelo, respiraciones y ronquidos, jadeos, lenguas húmedas, babas, ladridos de felicidad, lugares llenos de movimiento, de roces, de pelos, de miradas, de luz y hasta de silencios.
Pero la vida sigue y tenemos que vivirla, por ellos, como si siguieran estando con nosotros mirándonos con esos ojos sinceros y limpios.
Hoy no se me ocurre mejor música que estas dos piezas tristísimas pero maravillosas. Hoy se habrá oscurecido un poco más el verde de mis ojos de tanto rojo.
Gustav Mahler, Sinfonía Nº5. *Adagietto.
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