Y tan felices que estábamos en Alaska.
¡Que me quiten lo bailado! reza la expresión (bueno... lo bailao), qué gran refrán. Ahora que los viajes allende los mares son solo un espejismo, da gusto recordar aquellos momentos de felicidad absoluta imbuidos de las maravillas que nos ofrece el planeta, alejados del trabajo, de Ayuntamientos, Administraciones y políticos, alimentando el alma.
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