Las paradojas de Europa, los británicos que se van, Escocia que quiere quedarse, los irlandeses que se quieren unir, los catalanes irse... Esto no hay quien lo entienda.
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El camino hacia la unificación de Irlanda
Los resultados de las elecciones generales británicas, en
las que los republicanos católicos superaron por un diputado a los unionistas
protestantes, reavivan la idea de un solo país.
Londres 23 DIC 2019 - 09:08 CET
Creen muchos políticos en Irlanda del Norte, de uno
y otro bando, que los conservadores nunca han llegado a entender la caja de los
truenos que estaban abriendo con el Brexit. La idea de alterar,
aunque fuera mínimamente, el delicado equilibrio alcanzado en los Acuerdos de Paz de Viernes Santo con
una nueva frontera entre las dos Irlandas agitó las aguas de este territorio.
Pero sobre todo, la perspectiva de que los norirlandeses —acostumbrados ya a
convivir sin problema con un alma británica o irlandesa— se vean
arrebatados de repente de su pasaporte europeo ha resucitado el debate sobre la
reunificación. Mucho más,
después de que en las elecciones generales del pasado 12 de diciembre los
partidos republicanos (partidarios de una sola Irlanda) lograran por primera
vez superar a los unionistas (favorables a permanecer en el
Reino Unido). El Sinn Féin y el SDLP obtuvieron nueve diputados, frente a los
ocho del DUP.
¿Cuál sería el mecanismo constitucional para poner en marcha
la unificación?
El Acuerdo de Viernes Santo. El reparto del poder entre
republicanos y unionistas en el laborioso acuerdo de paz de 1998 estableció una
doble llave para cualquier decisión, como modo de comprometer a ambas partes en
la reconstrucción de Irlanda del Norte y de la necesaria reconciliación.
Un nuevo Gobierno autónomo y una Asamblea territorial en
Stormont (Belfast) echaron a andar. Pero el cambio constitucional que trajo el
texto contemplaba la posibilidad futura de que, en algún momento, la voluntad democrática
de los norirlandeses impulsara la reunificación de Irlanda. De un modo claro en
el espíritu, pero ambiguo en el procedimiento, dejó en manos del ministro para
Irlanda del Norte la decisión de abrir esa vía.
"Si en algún momento le parece que exista una mayoría
del censo electoral que expresara un deseo de que Irlanda del Norte dejara de
formar parte del Reino Unido y pasara a formar parte de una Irlanda
unida", dice el acuerdo, el ministro tendría capacidad, a través de un
decreto ley, de permitir un nuevo referéndum.
En 1973 se rechazó ya abrumadoramente esta posibilidad, pero
con una consulta de dudosa validez. Los partidos republicanos, respaldados por
la comunidad católica, boicotearon el referéndum. Solo votaron los unionistas
protestantes. La participación fue del 59%. Un 99% de los consultados respaldó
la permanencia en el Reino Unido.
¿Cómo se determina si hay voluntad de votar?
No está definido por ley, y de momento la cuestión ha
permanecido reducida al ámbito académico. La Unidad Constitucional, un
prestigioso centro de pensamiento adscrito a la Universidad de Londres, ha
sugerido como criterios indicativos una mayoría constante y sólida en los
sondeos de opinión, una mayoría de católicos en el censo electoral norirlandés,
una mayoría de fuerzas republicanas en la Asamblea de Stormont o una votación
directa sobre el asunto en ese Parlamento autonómico. Hay cierto consenso en
que estas dos últimas serían las señales más claras.
El problema reside en que hace más de tres años que ni el
Parlamento ni el Gobierno norirlandés se reúnen. La tensión entre republicanos
y unionistas con sus continuos reproches han paralizado la autonomía política
del territorio. Londres ha recuperado las competencias y solo en los últimos
días se han reanudado las conversaciones para volver a poner en funcionamiento
las instituciones autóctonas.
El contenido de la pregunta
De celebrarse un referéndum, el ministro para Irlanda del
Norte debe establecer con claridad la fecha, el censo de electores y el
contenido exacto de la pregunta. La consulta estaría regulada por la Ley de
Partidos Políticos, Elecciones y Referendos del año 2000, aprobada por
Westminster. La Comisión Electoral del Reino Unido tendría autoridad plena para
validar la "inteligibilidad" de la propuesta. La ley establece que no
podrá proponerse una nueva consulta en los siete años posteriores a una anterior.
¿Solo vota Irlanda del Norte?
No. Los Acuerdos de Viernes Santo establecen claramente que
cualquier decisión sobre la unificación de Irlanda debe ser respaldada por la
ciudadanía de la República de Irlanda y por la de Irlanda del Norte. La
Constitución de Irlanda permite la celebración de referendos ordinarios o para
su propia reforma. Sin embargo, el panorama es confuso en el caso de la
reunificación. La doctrina academia ha sugerido una doble vía; una primera
consulta sobre el "principio de reunificación"; y una segunda para
aprobar la reforma constitucional que tal decisión acarrearía.
¿Hay voluntad de cambio?
Es arriesgado trasladar un resultado electoral como el del
pasado 12 de diciembre a una consulta mucho más intensa y trascendental como la
reunificación de Irlanda, en la que los porcentajes se interpretarán en toda su
crudeza y no serán convertidos en escaños.
Los partidos republicanos lograron un diputado más que los
unionistas, pero la suma de su apoyo electoral (37,7%) es inferior a la de los
segundos (42,3%). El Partido de la Alianza tuvo también un gran resultado, con
un 16,8% de los votos. Su mensaje interpartidista y no sectario caló en una
sociedad harta de las divisiones, pero en sus orígenes sigue siendo una
formación fundamentalmente a favor de la permanencia en el Reino Unido.
Los diferentes sondeos publicados hasta la fecha por los
medios norirlandeses reflejan un apoyo muy moderado (apenas un cuarto del
censo) a la idea de la reunificación. La mayoría de los norirlandeses desean
más bien que se reanude un Gobierno autónomo que apenas ha tenido tiempo de
demostrar su potencial.
♫
Julio Iglesias, *La vida sigue igual.
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