Quién me iba a decir que después de estar tantos años sin tomar sol, usando gorras, sombreros y multitud de pringosas cremas protectoras, acabaría con una tremenda quemadura en la cara después de pasar 4 horas al sol, sin gorra y sin sombra alguna, de visita de obra. Ahora ya no me cogen de nuevo y he metido en la maleta de trabajo, por si las moscas, una gorra y un bote de crema factor de protección 50.
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