Hace ya muchos años, incluso antes de terminar de estudiar arquitectura, pasaba largas temporadas en "el sótano" de casa de mis abuelos, un pequeño apartamento que realmente no era un sótano, con vistas al jardín y que años después se convertiría en mi casa durante 12 años y que acabaría siendo Villa Titanic tras las tristes inundaciones en Santa Cruz de Tenerife del 2002. Pues bien, que ya me estaba desviando del asunto, en el apartamento quedaba del paso de mi tío, por cierto arquitecto también, parte de su colección de las revistas de humor políticamente inccorrecto "hermano Lobo" y la colección de Mafalda, que se convirtió en una de mis lecturas compulsivas. Guardé aquellos pequeños libros de extraño formato horizontal como oro en paño, lástima que solo hayan sobrevivido un par de ellos tras riada. ¡Felicidades Quino! y gracias.
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Quino gana el Príncipe de
Asturias de Comunicación y Humanidades
El humorista alcanzó un
reconocimiento universal de la mano de Mafalda, que nació hace 50 años. El argentino se convierte en el
primer dibujante distinguido en la historia de los premios.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/05/21/actualidad/1400665075_068733.html
La niña que filosofaba nació de
la pluma de un ilustrador que pensó en hacer dibujos mudos. Quino, el viñetista
que hoy ha recibido el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y
Humanidades, adoraba el arte silente de Buster Keaton. Por ese sendero siguió
hasta que en una redacción de Buenos Aires le dijeron que el humor necesitaba
palabras. Quino aceptó el consejo o la exigencia y llenó sus viñetas de nubes.
A veces con diálogos socráticos, a veces con las palabras justas, como cuando
Mafalda, la niña filósofa con sopofobia que convirtió a Quino en un dibujante
universal, solo acierta a gritar:
-¡Paren el mundo, qué me quiero
bajar!
Joaquín Salvador Lavado, hijo de emigrantes andaluces
nacido en Mendoza (Argentina) en 1932, ya no dibuja. En uno de esos
golpes nada graciosos de la vida, su vista se ha ido debilitando. Pero lo que
ha dibujado antes es suficiente para arroparle para siempre. Él, un humilde
patológico, es profeta en su tierra y fuera de ella. El Príncipe de Asturias se
suma a una larga de lista de reconocimientos para el humorista, que coinciden
con la celebración de los 50 años del nacimiento de Mafalda. Quino creó su
gigante de seis años el 15 de marzo de 1962 para una campaña publicitaria para
una marca de electrodomésticos que se frustró por el camino, pero el padre de
la criatura prefiere fijar como fecha del natalicio el 29 de septiembre de
1964, cuando se publicó la primera tira en el semanario Primera Plana, de
Buenos Aires.
La niña redicha de seis años
apenas vivió una década en el papel impreso. Quino abandonó el personaje en
1973 sin que el personaje nunca le haya abandonado a él. A diferencia de otros
creadores abrumados por sus creaciones, camina contento de la mano de Mafalda.
Se siente acompañado, aunque hoy habría retratado una familia reconstituida,
como confesaba en una entrevista de 2013. En su famosa saga han envejecido el
contexto social (el papel de la mujer encarnado por esa contumaz cocinera de
sopa que es la madre de Mafalda y Guille) y el político (la dictadura
argentina, que causó el exilio del humorista, se desmoronó en 1983 para dar
paso a una democracia) pero sus recetas existenciales siguen vigentes. Como las
preguntas del idealista Felipe (“¿No sería hermoso el mundo si las bibliotecas
fueran más importantes que los bancos?”) o las sentencias de la propia Mafalda
(“Como siempre; apenas uno pone los pies en la tierra se acaba la diversión”).
En su galería infantil, Quino
aprisionó las grandezas y las miserias del mundo. El materialismo rampante
(Manolito: "Todos somos iguales solo que algunos arriesgamos un
capital"), el optimismo ante el mañana (Miguelito: “Yo, lo que quiero que
me salga bien es la vida”) o el descreímiento insolidario (Susanita: “No
es cuestión de herir susceptibilidades, sino de matarlas”). Esta vigencia pesó
en la decisión del jurado del Príncipe de Asturias: "Al cumplirse el 50
aniversario del nacimiento de Mafalda, los lúcidos mensajes de Quino siguen
vigentes por haber combinado con sabiduría la simplicidad en el trazo del
dibujo con la profundidad de su pensamiento".
Al Premio Príncipe de
Asturias de Comunicación y Humanidades,dotado con una escultura de
Miró y 50.000 euros, optaban 22 candidaturas procedentes de 14 países. Junto a
Quino, el primer dibujante que entra en la galería de estos galardones, los
aspirantes que llegaron hasta la recta final fueron el periodista mexicano
Jacobo Zabludovsky y el filósofo Emilio Lledó. El jurado que ha decidido el
galardón estaba integrado, entre otros, por Inés Alberdi, Víctor García de la
Concha, Adela Cortina y Luis María Anson.
Quino descubrió el dibujo gracias
a su tío. "Yo heredé el nombre y el oficio de mi tío Joaquín. Ver que de
su lápiz salían montañas, árboles, personas… me maravillaba. Todos los chicos
dibujan, pero yo seguí. Estudié un poco en Bellas Artes y dos años después cometí
el error de creer que a los 15 ya lo sabía todo y abandoné. De eso me
arrepiento cada vez que puedo”, contaba en una entrevista con motivo de la
publicación de su último libro, ¿Quién anda ahí? (Lumen), en 2013,
casi seis décadas después de que se publicasen sus primeros dibujos. No volvió
a dibujar a Mafalda salvo en ocasiones excepcionales, a petición de alguna
organización solidaria como Unicef o en 1987, tras un fallido golpe de Estado
de 1987 contra el presidente Raúl Alfonsín.
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