Rodrigo Riera. Biólogo marino
Publicado: 24/01/2014 08:01
El terremoto de Japón de 2011 creó un
tsunami con olas de más de 40 metros de altura que arrasaron todo lo que
encontraron en su camino, provocando una gran cantidad de pérdidas humanas y
económicas, y supuso un gran golpe para el país. Entre los desastres
ocasionados por esta catástrofe se produjo una rotura en los sistemas
refrigeración de varios reactores de la central nuclear de Fukushima I, una de
las de mayor capacidad del mundo. A lo largo de marzo y abril de 2011 se
sucedieron varias explosiones en su interior y se confirmó la fuga de agua
radiactiva al mar.
El océano tiene
capacidad para diluir el agua radiactiva, pero el principal problema proviene
de la incorporación de los isótopos radiactivos hacia la cadena alimenticia,
incorporándose en los tejidos de los organismos. En accidentes de centrales
nucleares que han ocurrido en Francia e Inglaterra se encontraron
concentraciones elevadas de cesio y plutonio en focas y cetáceos que se habían
alimentado de pescado contaminado. Todavía no se conocen con exactitud cómo
afecta la contaminación radiactiva sobre la vida marina y el contacto de ésta
con el hombre. Hoy en día se desconoce cómo pueden reaccionar los isótopos
radiactivos con moléculas presentes en el agua marina, y si se quedan flotando
en el agua o bien precipitan al fondo marino. Esta cuestión es de vital
importancia para determinar la superficie de afección de agua radiactiva que
puede ser desplazada grandes distancias por la dinámica marina.
Lamentablemente
las consecuencias del accidente de la central de Fukushima no las conoceremos
hasta dentro de varios años, tal y como sucedió con el accidente de Chernóbil
en Ucrania. Sin embargo, los científicos han empezado a considerar la
contaminación radiactiva procedente de Fukushima como la responsable de varios
fenómenos que han ocurrido en el último año y de los que no existen
precedentes. Por ejemplo, las poblaciones de salmón Chinook en la costa
oeste de Canadá han
experimentado una disminución muy acusada y que ha sorprendido a todos. En las
últimas semanas se han encontrado águilas calvas,
símbolo nacional de Estados Unidos, moribundas y con síntomas desconocidos en
el estado de Utah; algunas voces señalan a la radiación procedente de Fukushima
como causa probable. En Canadá han observado que es la contaminación
radioactiva una de las responsables de la mortalidad masiva de estrellas
de mar, conjuntamente con la cantidad de desechos procedentes del
tsunami y que han llegado a la costa oeste americana y canadiense a través de
las corrientes oceánicas.
Resulta inquietante
pensar que los efectos del tsunami y la contaminación radioactiva se
manifiesten más de dos años después en puntos localizados a 6.000 kilómetros de
distancia.
Pero éstos son los
primeros síntomas. ¿Qué sucesos ocurrirán en los próximos años en otros puntos
afectados?
Seguir a Rodrigo Riera en
Twitter: www.twitter.com/Rodri_riera
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