martes, 23 de julio de 2024

UN POLO

Rebajas en camisetas y polos, en julio, allá vamos. Desde que heredé los primeros polos de Lacoste de mi abuelo, he seguido fiel a ellos: no pasan de moda, son discretos y cómodos. Ah, sí, y caros.
Llego a la tienda y, entre otras marcas más "modernas" (más a la moda y más caras, dicho sea de paso), aparece un flamante mostrador con el logo del cocodrilo. Allí me encamino, pido ver los modelos clásicos, los de toda la vida, sin los enormes logos de ahora ni rayitas en el cuello, de un par de colores a mi gusto. 
Sí, sí, vamos a ver.
La estantería con los modelos ordenados sigue ahí y la dependienta se encamina a la parte baja de un armario viejuno de donde saca una caja ídem con polos dentro de bolsas de plástico. 
Miro los estantes coloridos, la miro a ella, ella me mira y me dice: ah, es que sólo las tallas más normales están expuestas, las demás están aquí guardadas. 
Ante tal afirmación leo entre líneas:
- Las tallas para gordos no están expuestas.
- Los gordos no deben estar expuestos.
- Las tallas grandes no entran en la promoción de las rebajas.
Ni siquiera tenía los colores que yo quería.
¿No se quiere probar los de la marca Boss? No, contesté, no me gustan, yo soy fiel a Lacoste.
Esta mañana me levanté soñando con el modelo de Calvin Klein que tengo dentro y que no sabe cómo salir.

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