jueves, 11 de julio de 2024

PROCRASTINAR


La palabra de moda, como lo fue consenso en su momento, aparece por todos lados. Nos recuerdan de cualquier forma que tenemos que estar activos ("Encontrar a Dios en el trabajo", que diría el fundador del Opus Dei; "Arbeit macht frei", El trabajo libera, escrito en tantas entradas a los campos de concentración nazis), que no puedes dejar para mañana nada, que las metas hay que cumplirlas cada día. Nos han inculcado estas premisas tanto que ya forman parte de nuestra manera de ser y el complejo de culpabilidad campa a sus anchas dentro y fuera de nosotros.
Uf, esta tarde no he hecho nada. Estoy hecho un vago, mal. Qué cansado estoy, pero si no trabajo esta tarde, mal. Se me está acumulando el trabajo, mal. ¿Estaré entrando en una depresión? mal.
No, no, no. El trabajo no te hace libre, te cansa. Necesario porque hay que comer, en modo resumido, poco más. Se nota que suspiro por la jubilación, no lo duden. La fórmula suele ser infalible: la capacidad de trabajo es directamente proporcional a las ganas de jubilarse.
¿Qué vas a hacer tú cuando te jubiles? me decían el otro día con rictus rabioso en el semblante. ¿Yo?, no lo sabes tú bien, contesté.

Por lo pronto ristra de ajo en la entrada de mi oficina -los vampiros existen, palabra-, despertador de lunes a jueves a las 04:15am, trabajo presencial y teletrabajo en el exilio y jueves con sabor a viernes. Y así pasa la vida, que diría la copla.

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