Mi padre, Domingo (Pérez Minik) y Juan (Nijota), en la boda de mis padres.
Los recuerdos que tengo de mis tíos Juan y Domingo son parecidos, ambos vivían en una casa con libros, cuadros y una caja de música cilíndrica, dorada con forro de cuero verde. Tuve más relación con Juan, que vivía con mi tía Lola, su hermana, que era muy dulce y de la cual heredé un retrato suyo al óleo que cuelga en mi casa; de mi tío Juan heredé su máquina de escribir y la mesa donde reposaba ésta. Visité en alguna ocasión la casa de Domingo, donde nos recibía Rosita, su mujer, de la que recuerdo sus manos con artrosis, que me llamaban mucho la atención, la alta y profusa biblioteca, el sillón que lo presidía. Domingo era un gran conversador.
Me envía ayer mi hermano un artículo donde proponen que el Ayuntamiento de Santa Cruz cambie, de una vez, el nombre de la calle donde vivió Domingo, que fue del Gral. Goded y ahora del agua.
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Domingo Pérez Minik y Rosita Camacho. (Foto Carlos a. Schwartz, TEA).
Una calle para el escritor
7 abril, 2021
https://elcultural.com/una-calle-para-el-escritor
Tras jubilarse de la OMS y regresar de Ginebra, el poeta José Ángel Valente buscó en Málaga un refugio para pasar lo que le quedaba de vida leyendo y escribiendo. Tal vez fue a Málaga buscando la luz que encontró Jorge Guillén, pero -según me contó el mismo Valente- el poeta salió espantado "de la cantidad de poetas que vivían en esa ciudad" y se marchó a Almería. Allí encontró la última paz de su vida, una vida convulsa aunque no lo pareciera. El Ayuntamiento de la ciudad cambió el nombre de la calle que el escritor había escogido para vivir y le puso el suyo, José Ángel Valente, que vivió y murió en Almería, en la calle de José Ángel Valente, número 7, según creo recordar cuando estuve allí la última vez que lo vi. Justicia poética, se llama eso, en el más estricto sentido de la justicia y de la poesía.
Ahora se trata de hacer justicia y literatura con otro escritor de gran recuerdo para todos los que lo seguimos queriendo y admirando: Domingo Pérez Minsk, a quien ningún mal nacido, por mucho que calumnie, herirá en lo más mínimo su honor y su recuerdo. Pérez Minik vivió toda su vida en la calle General Goded, número 7, de Santa Cruz de Tenerife, en un pisito que estaba lleno de libros y de paquetes con más libros, torres y estanterías llenas de libros, de cuya lectura se nutría la vida de este caballero santacrucero cuya condición de insular lo hizo bueno, en el sentido machadiano de la palabra. Junto a su casa estuvo abierto muchos años, y hasta hace poco tiempo, un barcito muy bueno, con restaurante incluido, donde Pérez Minik y yo departíamos en su barra mientras Pepe, el hombre del bar, nos servía unos cuantos tragos de whisky a los dos, la bebida en este caso de la amistad.
Siempre le dije a Pérez Minik que no entendía como el Ayuntamiento de Santa Cruz, tan canario y tan tinerfeño, no cambiaba el nombre de la calle y le ponía el suyo, Domingo Pérez Minik. Al fin y al cabo, el escritor había hecho mucho más por la ciudad, la cultura de la ciudad y de las islas, que aquel General Goded que no había hecho otra cosa que sublevarse con Franco en otras islas, las Baleares, en fechas infelices para España.
Esa misma pregunta se la hice a Adán Martín, un alto dirigente de Coalición Canaria que ocupó incluso la presidencia del gobierno de Canarias. ¿Qué había hecho el General Goded por Canarias? Nada de nada. ¿Qué había hecho Domingo Pérez Minik? Todo de todo. ¿Había vivido el General Goded en Canarias y había dejado su huella buena en algún lugar? Nada. ¿Y Domingo Pérez Minik, era una figura de la historia moderna de Santa Cruz y de Canarias, y de España entera? Naturalmente. Fue uno de los fundadores de Gaceta de Arte y de quienes llevaron a cabo la gran exposición de Arte en la Calle en Santa Cruz en el año 35. Algún mal nacido no tendría empacho en decirme alguna vez que Domingo Pérez Minik "era una sintaxis a olvidar en la Historia de Canarias"; un mal nacido que, intelectual y humanamente, no le llega a Pérez Minik a las suelas de los zapatos. La huella de Minik -así empezó firmándose Domingo en en sus crónicas deportivas- está en la literatura española, como lo está en la literatura del mundo la epopeya internacional y universalista de Gaceta de Arte, uno de los hechos más claros y preclaros de la literatura surrealista universal, la facción surrealista de Tenerife (así titula un librito Domingo Pérez Minik publicado por Tusquets hace unos años en sus Cuadernos Ínfimos). Sus crónicas literarias sobre novela extranjera en España, publicadas durante años en Ínsula, dan claves suficientes del vacío que Pérez Minik llenaba con sus escritos en los años en los que España trataba de saltarse la ignorancia franquista.
Muerto el franquismo, rescataron la viaje memoria de las cosas de Santa Cruz, le quitaron el nombre de su calle al General Goded y las titularon "como siempre": la calle del Agua. Bueno, ahora se trata de seguir profundizando en eso que se llama la memoria histórica y rescatar también para la calle el nombre del escritor que vivió en ella toda su vida y que hizo de esa calle y de su casa un trasiego de visitas de escritores de todos los lados del mundo, con la amabilidad y la humanidad que Pérez Minik, generoso y grande, fue capaz en toda su vida. Calle de Domingo Pérez Minik. Honrarían al escritor y honrarían a la ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Se ha lanzado al vuelo un documento proclamando los sobrados méritos de Pérez Minik para este honor, que lo es. Digo sobrados porque Pérez Minik forma parte de la mejor memoria literaria e intelectual de Canarias y de España y, en mi opinión, le corresponde sobradamente ese honor: calle de Domingo Pérez Minik. Sea o no, yo ya he firmado (y ahora lo confirmo) mi apoyo incondicional a que ocurra así, que la calle Domingo Pérez Minik en Santa Cruz de Tenerife sea una realidad de nuestra memoria actual y de lo mejor que hemos tenido en nuestra historia.
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Scott Joplin, *Maple Leaf Rag.
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