Que suene el despertador a las 4:30 de la mañana es un suplicio, poner los pies en el suelo y dar la orden a tu cerebro para que se levante y se ponga en marcha todo un récord en los tiempos que corren, pero la rutina me lleva, de alguna forma, a la normalidad. ¿Y qué mejor que sentir que lo que está pasando es normal? Si es que eso es posible.
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