Sentado en el despacho de mi casa, escuchando a Maria Callas, contemplo a través de mi ventana dos elementos en un fondo absolutamente negro, una farola encendida y la luna, en cuarto menguante, que como el Guadiana aparece y desaparece -intuyo nubes en movimiento-. Hoy espero una mañana más tranquila, menos tecnológica; ayer, sobre las 11:30, tuve un momento de máxima tensión cuando parecía que todos se habían puesto de acuerdo para contactar conmigo: mis compañeros a través del whassap, chats de la cuenta de correo, el propio correo entrante, el móvil sonando, una vídeoconferencia... ¿alguien da más?
Durante el poco rato que conduje ayer escuchaba en Radio Clásica (las demás emisoras continúan vetadas por el vacío informativo en el que me hallo de manera voluntaria) una conversación con un médico acerca de la musicoterapia. Mientras daba ejemplo de personas que tenían depresiones, niños con problemas de atención o cognitivos, etc., explicaba cómo la música era capaz de activar ciertas partes del cerebro y ayudar a la mejoría de estos pacientes. Yo lo oía con interés mientras pensaba que, si se diera el caso, yo sería un buen paciente para un experimento porque la música es ya de las pocas cosas que logra relajarme, incluso en los momentos de mayor tensión. Ahora, en estos tiempos aciagos cuando no sabremos cuándo podremos volver a una sala de conciertos, echo de menos in anvance, que dirían los americanos, desconectar completamente a través de la música de la Sinfónica, de la ópera, del ballet. Esperaremos, todo llega. Mientras bendito Internet, bendito Spotify, bendito Youtube.
Antes de acostarme, con el desasosiego que me produce la serie "La Conjura contra América", de la que escribí ayer, aproveché para ver el el iPad, rompiendo mi propia regla de ignorancia autoimpuesta, una interesantísima entrevista que el televisivo aventurero Jesús Calleja le hace a Luis Enjuanes, científico español que desarrolla la vacuna del covid 19. Interesante y optimista entrevista para acostasre un poco más feliz.
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Samson et Dalila, Saint-Säens.
*Mon coeur, s'ouvre á ta voix.
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