Mi profesión tiene momentos muy gratos -otras veces no tantos-, por ejemplo cuando las obras de una rehabilitación van sobre ruedas. En esta ocasión se trata de la rehabilitación integral de una pequeña vivienda, entre medianeras, en el casco histórico de La Laguna, ciudad Patrimonio de la Humanidad, la misma donde vivo. Después de una pequeña odisea para que nos concedieran la preceptiva Licencia, comenzamos las obras para encontrarnos algunos problemas no previstos, ¡cómo no! (la Ley de Murphy siempre tan actual), aunque una vez resueltos estos el resultado está siendo brillante (sobre todo mérito propio de la casa, y por supuesto de la contrata, de mi aparejador y del propietario). Seguimos.
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