El último autorregalo que me hice hace unos meses ha resultado proverbial. No sólo me permite dibujar y escribir al mismo tiempo sin tener que estar cambiando de pantalla o de abrir y cerrar ventanas, sino que ahora puedo terminan la Memoria de una vivienda unifamiliar mientras disfruto de Rigoletto desde el Liceu.
No hay comentarios:
Publicar un comentario