Esta mañana, antes de salir, escojo uno de los dos cascos de la moto, uno al que se le puede retirar el barboquejo para poder ponerme la mascarilla y no morir de asfixia. Como este casco lo uso poco ya que prefiero el nuevo tipo astronauta, tuve que limpiarte la visera antes de salir. Eché un ojo en el garaje y allí estaba, en una esquina, el limpiacristales, tan tranquilo. Feliz, me acerqué a cogerlo y noté que pesaba algo más de lo esperado, pero entre las prisas y el agobio por llegar tarde a una visita de obra intenté pulverizar el líquido sobre el plástico, líquido que obviamente no salió. El spray era aceite usado de moto del último cambio, aceite que había olvidado llevar al punto limpio. Finalmente usé líquido limpiaparabrisas y listo.
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