Como si no hubiera un mañana, o cosas más importantes por la que preocuparse, acostumbrados a la displicencia como nuestro mundo lo ve todo, leo en el periódico una estupidez llamada "síndrome del ocaso"; en fin...
Voy a ponerme a trabajar un rato durante la mañana, quiero terminar, o intentarlo al menos, una rehabilitación en la que ando metido. El día está feo, gris, aunque puedo ver ahora, a través del sucio cristal del despacho de mi casa, un pequeño retazo de cielo azul entre las nubes.
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