No entiendo el papel de un crítico, ni lo entiendo ni me gusta. ¡Qué fácil es sentarse a criticar el trabajo de los demás! Más aún cuando uno no lo ejerce también. En España, donde somos todos entrenadores de fútbol, arquitectos, decoradores... nuestro deporte nacional es poner verdes a los demás, ya sea por a) envidia, b) celos, c) ignorancia, y así podríamos estar con todas las letras del abecedario. Un ejemplo lo tenemos en las críticas que para EL PAÍS escribe Carlos Boyero. Para él sólo existen dos tipos de películas, las que le gustan -léase obras maestras, imprescindibles, joyas, etc.- y las que detesta -aburridas, cansinas, vacías, lentorras, tediosas, repetitivas-. Claro que lo bueno que tiene una crítica de cine, ya que hablamos de ello, es que la lees, la olvidas, te acercas a la taquilla del cine y comprar la entrada de la película que te da la gana. Reconozco que en algunas ocasiones puedo llegar a estar de acuerdo con él, pero esto no le da el poder de menospreciar el trabajo de los demás. La última película que ha puesto a bajar de un burro es "Raeady, Player, One", la cual veré nada más la estrenen.
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