Panorama poco apetecible: llegar a casa después de un fin de semana fuera y encontrarse un charco de agua podrida, y con olor a pescado, frente al congelador. Título de una novela realista titulada "Muerte de una nevera". Que si la nevera está panelada, empotrada, encastrada o qué se yo; que si hay que cortar los cascos, que si esto, que si lo otro. Finalmente, y por un módico precio -siempre según el vendedor, claro está.-, las aguas han vuelto a su cauce y la nevera nueva ocupa el lugar que se merece.
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