miércoles, 27 de agosto de 2014

CORTÁZAR, 1 SIGLO

Julio Cortázar: cien años del nacimiento del genio del relato
Revolucionó las letras hispanoamericanas y popularizó el género del relato. El escritor estableció su residencia en París, donde murió en 1984. Dejó obras emblemáticas como Rayuela o Historias de cronopios y de famas.
RTVE.ES/AGENCIAS 26.08.2014

Julio Cortázar habría cumplido este martes cien años. Un siglo del nacimiento de uno de los escritores que revolucionó las letras hispanoamericanas desde los años 50, principalmente con sus relatos, aunque también dejó su huella en el campo de la novela y la poesía.
Nacido en la embajada argentina en Bruselas un 26 de agosto de 1914, un mes después del comienzo de la I Guerra Mundial y días antes de la invasión alemana de Bélgica, Cortázar volvió a los cuatros años a la ciudad de origen de sus padres, Buenos Aires. La ciudad porteña alojó al escritor hasta que su hartazgo del gobierno peronista le llevó a París en 1951, donde trabajó como traductor para la UNESCO.
Estas dos ciudades, junto con estancias en puntos de la geografía española, se convirtieron en los lugares más importantes para el autor y su literatura, ya que en ellas escribió sus obras más importantes.
No obstante, Cortázar terminó estableciendo su residencia en París, donde moriría a los 69 años a causa de una leucemia. Además, adoptó la nacionalidad francesa en 1981 en protesta contra la última década de la dictadura militar argentina. Aseguraba que en su juventud soñaba con París y que en su vejez añoraba Buenos Aires.

Cuentos, relatos y novelas
Bestiario (1951), Final del juego (1956), Todos los fuegos el fuego (1966) o Queremos tanto a Glenda (1980) son algunos de los títulos más emblemáticos de sus recopilaciones de cuentos, que supusieron un antes y un después para el género.
Pero en el legado de Cortázar destacan la emblemática novela Rayuela (1963), un juego de capítulos con final abierto que da la libertad de elegir el orden al lector, y la obra Historia de cronopios y de famas (1962), formada por cuentos cortos y fragmentos con tintes surrealistas sobre la sociedad de su época.
También en la poesía, un género donde no encontró el mismo reconocimiento, aportó textos como Pameos y Meopas (1971) o Salvo el crepúsculo (1984).

Argentina le rinde homenaje
Argentina le rinde homenaje desde el lunes con Las Jornadas Internacionales de Lecturas y Relecturas de Julio Cortázar en Buenos Aires, que reúne a unos 40 escritores, académicos, periodistas y pensadores que debatirán hasta el miércoles sobre la herencia del autor de Rayuela, tanto en la literatura, como en el cine y el teatro.
En la cita participan, entre otros, los argentinos Martín Kohan, Oliviero Coelho y el español Agustín Fernández Mallo, que coinciden en subrayar la trascendencia del escritor para la literatura universal y su impacto en las letras latinoamericanas. "Es el escritor argentino internacional y que de alguna manera exportó un imaginario local", explicaba el lunes Coelho, mientras que Kohan subrayaba que fue uno de los primeros en "escribir la historia a través de los perdedores".
Además, exposiciones, conferencias, lecturas y dramatizaciones de sus textos recordarán al "gigantón" en ciudades de todo el país y en la capital, la "Reina del Plata", se descubrirá este martes un busto del escritor en la Biblioteca Nacional.

La magia en lo cotidiano 
"Fue uno de los grandes autores que nos hizo despertar y ver la literatura de otro modo, con una reivindicación muy importante del cuento", explica a Europa Press la escritora Soledad Puértolas, quien ha resaltado la relación "entre la magia y lo cotidiano" que desprendía la literatura de Cortázar.
"No es realismo mágico, pero la magia está ahí, en lo cotidiano y al lado del elemento de sorpresa. Se trata de la magia de los misterios de las personas, la confianza en el azar o la esperanza", señala Puértolas.
A pesar de reconocer que en su escritura se encuentra más de otros autores como Juan Rulfo o Juan Carlos Onetti, la autora señala Final de Juego como uno de los libros de Cortázar que más le han influido. "Influyó mucho en el relato, nos hizo ver que no era solo costumbrista sino que también buscaba sorprender y aportar otra mirada", apunta.

"Un gigantesco popularizador"
En esta misma línea se muestra el escritor gijonés Ricardo Menéndez Salmón, quien califica a Cortázar como "un gigantesco popularizador" del género del relato. "Es un escritor mayúsculo en ocasiones, ha hecho muchísimo por el género, aunque también es cierto que pudo haber otros más dotados para el relato que por razones complejas no lograron ese reconocimiento", cuestiona no obstante.
Menéndez Salmón reconoce que, en su caso, Cortázar fue una "lectura de juventud" a la que llegó mientras se formaba como escritor. "Soy consciente de que al menos un Cortázar de los muchos que podían influir se plasmó en mis primeras obras, y es el que tiene que ver con los relatos fantásticos y cuentos del último segundo", asevera.
Para este autor, la labor del cuentista hispanoamericano dejó una "impronta irrenunciable" para muchos escritores españoles, que en cierta forma han debido de "pagar el 'peaje Cortázar". 

Un escritor metódico que no soportaba las erratas
A su muerte, el autor de Rayuela dejó más de cuatro mil volúmenes en su biblioteca personal, entre ellas algunas de sus obras tanto en castellano como traducidas a otros idiomas (a día de hoy, la Fundación Juan March conserva más de 400 de sus libros).
Cortázar fue un escritor metódico que no soportaba las erratas y, de hecho, la web del Instituto Cervantes recoge muchos de sus libros que presentan algún error tipográfico corregido. Entre ellos, destacan los casos en los que se dirigía al propio escritor, como en el libro Confieso que he vivido de Neruda: "`Ché Otero Silva, qué manera de revisar el manuscrito, carajo".

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