Julio Cortázar: cien años del nacimiento del genio del
relato
Revolucionó las letras hispanoamericanas y popularizó el
género del relato. El escritor estableció su residencia en París, donde murió
en 1984. Dejó obras emblemáticas como Rayuela o Historias
de cronopios y de famas.
RTVE.ES/AGENCIAS 26.08.2014
Julio Cortázar habría cumplido este martes cien
años. Un siglo del nacimiento de uno de los escritores que
revolucionó las letras hispanoamericanas desde los años 50, principalmente
con sus relatos, aunque también dejó su huella en el campo de la novela y la
poesía.
Nacido en la embajada argentina en Bruselas un 26 de
agosto de 1914, un mes después del comienzo de la I Guerra Mundial y días antes
de la invasión alemana de Bélgica, Cortázar volvió a los cuatros años
a la ciudad de origen de sus padres, Buenos Aires. La ciudad
porteña alojó al escritor hasta que su hartazgo del gobierno peronista le
llevó a París en 1951, donde trabajó como traductor para la UNESCO.
Estas dos ciudades, junto con estancias en puntos de la
geografía española, se convirtieron en los lugares más importantes para el
autor y su literatura, ya que en ellas escribió sus obras más importantes.
No obstante, Cortázar terminó estableciendo su
residencia en París, donde moriría a los 69 años a causa de una leucemia. Además,
adoptó la nacionalidad francesa en 1981 en protesta contra la última década de
la dictadura militar argentina. Aseguraba que en su juventud soñaba con
París y que en su vejez añoraba Buenos Aires.
Cuentos, relatos y novelas
Bestiario (1951), Final del juego (1956), Todos
los fuegos el fuego (1966) o Queremos tanto a Glenda (1980) son
algunos de los títulos más emblemáticos de sus recopilaciones de cuentos,
que supusieron un antes y un después para el género.
Pero en el legado de Cortázar destacan la emblemática
novela Rayuela (1963), un juego de capítulos con final abierto
que da la libertad de elegir el orden al lector, y la obra Historia
de cronopios y de famas (1962), formada por cuentos cortos y fragmentos
con tintes surrealistas sobre la sociedad de su época.
También en la poesía, un género donde no encontró
el mismo reconocimiento, aportó textos como Pameos y Meopas (1971) o Salvo
el crepúsculo (1984).
Argentina le rinde homenaje
Argentina le rinde homenaje desde el lunes con Las Jornadas Internacionales de Lecturas y Relecturas de Julio
Cortázar en Buenos Aires, que reúne a unos 40 escritores, académicos,
periodistas y pensadores que debatirán hasta el miércoles sobre la
herencia del autor de Rayuela, tanto en la literatura, como en el cine y
el teatro.
En la cita participan, entre otros, los argentinos Martín
Kohan, Oliviero Coelho y el español Agustín Fernández Mallo, que coinciden en
subrayar la trascendencia del escritor para la literatura universal y su
impacto en las letras latinoamericanas. "Es el escritor argentino
internacional y que de alguna manera exportó un imaginario local",
explicaba el lunes Coelho, mientras que Kohan subrayaba que fue uno de los
primeros en "escribir la historia a través de los perdedores".
Además, exposiciones, conferencias, lecturas y
dramatizaciones de sus textos recordarán al "gigantón" en ciudades de
todo el país y en la capital, la "Reina del Plata", se
descubrirá este martes un busto del escritor en la Biblioteca Nacional.
La magia en lo cotidiano
"Fue uno de los grandes autores que nos hizo despertar
y ver la literatura de otro modo, con una reivindicación muy importante del
cuento", explica a Europa Press la escritora Soledad Puértolas, quien ha
resaltado la relación "entre la magia y lo cotidiano" que
desprendía la literatura de Cortázar.
"No es realismo mágico, pero la magia está ahí, en lo
cotidiano y al lado del elemento de sorpresa. Se trata de la magia de los
misterios de las personas, la confianza en el azar o la esperanza", señala
Puértolas.
A pesar de reconocer que en su escritura se encuentra más de
otros autores como Juan Rulfo o Juan Carlos Onetti, la autora señala Final
de Juego como uno de los libros de Cortázar que más le han influido.
"Influyó mucho en el relato, nos hizo ver que no era solo costumbrista
sino que también buscaba sorprender y aportar otra mirada", apunta.
"Un gigantesco popularizador"
En esta misma línea se muestra el escritor gijonés Ricardo
Menéndez Salmón, quien califica a Cortázar como "un gigantesco
popularizador" del género del relato. "Es un escritor mayúsculo en
ocasiones, ha hecho muchísimo por el género, aunque también es cierto que pudo
haber otros más dotados para el relato que por razones complejas no lograron
ese reconocimiento", cuestiona no obstante.
Menéndez Salmón reconoce que, en su caso, Cortázar fue
una "lectura de juventud" a la que llegó mientras se
formaba como escritor. "Soy consciente de que al menos un Cortázar de los
muchos que podían influir se plasmó en mis primeras obras, y es el que tiene
que ver con los relatos fantásticos y cuentos del último segundo",
asevera.
Para este autor, la labor del cuentista
hispanoamericano dejó una "impronta irrenunciable" para
muchos escritores españoles, que en cierta forma han debido de "pagar el
'peaje Cortázar".
Un escritor metódico que no soportaba las erratas
A su muerte, el autor de Rayuela dejó más de
cuatro mil volúmenes en su biblioteca personal, entre ellas algunas de sus
obras tanto en castellano como traducidas a otros idiomas (a día de hoy, la Fundación
Juan March conserva más de 400 de sus libros).
Cortázar fue un escritor metódico que no soportaba las
erratas y, de hecho, la web del Instituto Cervantes recoge muchos de sus
libros que presentan algún error tipográfico corregido. Entre ellos, destacan
los casos en los que se dirigía al propio escritor, como en el libro Confieso
que he vivido de Neruda: "`Ché Otero Silva, qué manera de revisar el
manuscrito, carajo".
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