Recordé que con el escarabajo ya había tenido un incidente antes del de la rueda, esta vez en Las Palmas.
En una de mis mudanzas llevaba el coche repleto de enseres que todo estudiante mueve de una casa a otra, cuando en un semáforo en ojo me paro y veo rodar u n pequeño televisor portátil de los de antes que, aparentemente, había caído del cielo. Después de unos segundos de intriga me doy cuenta que el televisor ¡era el mío!. Lo había olvidado en la capota, arranqué sin guardarlo y claro, en el primer frenazo salió volando. Lo mejor es que el pequeño televisor en blanco y negro continuó haciéndome compañía hasta que terminé la carrera y volví a Tenerife. Le tuve mucho cariño.
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