Pongamos de punto de partida el 11-S de 2001 en Nueva York, hecho que marcó un punto de inflexión en la época actual, la Edad Contemporánea. Todo fue hablar del atentado y sus consecuencias, día tras día, año tras años; periódicos, Internet, TV, radio, hasta el cine mostrándonos la muerte de Bin Laden.
Tras el 11-S pasamos a la guerra de Afganistán y en Irak, la crisis mundial del 2008, la primavera Árabe, el ISIS, el COVID, el cambio climático, la invasión de Ucrania, el atentado de Hamás, la Guerra de Gaza... y la corrupción. Es tanto de lo que se habla de este tema que casi ha eclipsado al resto. Todo es corrupción ahora, tanto que sólo falta que se asegure que todos lo somos.
Mi experiencia al respecto es reducida, mucho. Trabajo en un ayuntamiento pequeño donde no hay suelo turístico y esto debe haber ayudado a una relativa tranquilidad durante los casi veinte años en los que llevo ocupando mi puesto en esa Administración. Afortunadamente recuerdo sólo dos casos, dos cutrecasos diría, donde se rozó el intento de corromperme, ambos en los que me enfadé mucho porque pensé, si me lo ofrecen es que debo tener cara de corruptible. En sendas ocasiones, cabreado, contesté raudo lo mismo: no.
En la primera ocasión, después de que un ciudadano me pidiera que agilizara un expediente porque bla, bla bla, me ofreció una plaza de aparcamiento en Santa Cruz, a mi disposición siempre que quisiera. No, le dije muy serio, mi familia vive en la capital y tengo plaza de garaje.
Otra vez me esperada un promotor junto a mi moto, a la salida del trabajo, para preguntarme si yo tenía un estudio particular por las tardes. Sí, le dije, tengo compatibilidad y pudo ejercer mi profesión fuera del municipio. Ahí fue donde me comentó que si podría resolverle su expediente por la tarde, de manera más privada y ágil y bla bla bla. Cambio de cara, rictus serio, respuesta no, no me llevo nunca trabajo municipal a mi estudio.
Recordé ahora algo que me ocurrió fuera del Ayuntamiento, en una obra que terminé hace ya unos cuatro o cinco años. Debíamos elegir finalmente el pavimento de las zonas comunes porque, el que había ofrecido la contrata como mejora, no me gustaba. Un pavimento de granito rojo en mi sobrio edificio no era el más indicado, ¡discreción o muerte! Me llevó el encargado de obra varias muestras, todas en tonos grises más o menos oscuros, para que escogiera y así fue.
> Ésta, le dije.
> Ésta, apuntó.
> Tras ellos me preguntó ¿cuánto para ti?
> No entiendo, respondí (lo malo era que sí había entendido).
> Si eliges una u otra marca, la casa suministradora del modelo escogido tendrá una deferencia contigo; esto es lo normal.
> ¿Lo normal? ¿Cómo que lo normal? Es es segundo edificio que hago para esta Administración y nunca me había pasado esto, contesté serio.
> Nada, nada, o0lvídalo entonces, pero es lo normal, insistió.
Volviendo a mi trabajo en el Ayuntamiento, me ha pasado casi de todo en mis años como arquitecto municipal, desde compañeros hijos de puta, hipócritas, cotillas, envidiosos, intrigantes rastreros hasta concejales medrantes, auténticos bichos. No obstante, en general la balanza se decanta por el buen rollo. Los buenos compañeros y los políticos a la altura compensan con creces a la mala gente. Pero, no hay que bajar nunca la guardia porque, si te despistas, hasta el más papista que el Papa, adalid de la rectitud, dechado de virtudes, acaba pidiéndote "un favor" como si tal cosa.
No veo la hora de jubilarme para sentarme a escribir el libro (ya he hablado de él en alguna ocasión anterior), sobre mi experiencia en la Administración Pública. Viendo ya la fecha en el horizonte no hago sino apuntar todas esas anécdotas que me han ido sucediendo estos años, conversaciones interesantes, juristas en el quicio de la puerta, compañeros cobardes, aparejadores con las manos en el pecho cariacontecidos después de clavar el puñal, cuadriculados intransigentes, conservadores recalcitrantes, delirantes de grandeza, vagos absolutos, ineptitud de catálogo, listas sindicales vetadas, concejales temerosos... Pero también compañeras y compañeros excelentes con los que he aprendido de todo y aprehendido más aún, jefes ecuánimes con los que he forjado una buena amistad, experiencias enriquecedoras y hasta una pareja de ancianos que al cruzarse conmigo por la calle me dijo: usted nos ayudó en una ocasión y le estamos altamente agradecidos.
La última conversación me ha dejado mella, una pequeña esquirla como de metralla tras la explosión de una bomba. De nada ha servido mi escrito explicativo presentado en su momento, hace casi un año. Le dijo, me dijo, te dijo... al final termino penalizando a unos por la estrechez de miras de otra, de otros. ¿La conclusión? Que pase lo que pase el tiempo corre inexorablemente para todos. Recordé el reloj gigante visto en Christchurch, en la isla sur neozelandesa, durante nuestro primer viaje a las antípodas. Éste anunciaba la cuenta atrás del la copa del mundo de rugby de 201. Un reloj de este tamaño es el que quisiera colocar en mi despecho del Ayuntamiento,


4 comentarios:
Yo me hice autónomo porque el 2,8% de H de P que hay en todos los trabajos me amargaba la vida. Pero no hay manera; ese 2,8% sigue jodiéndome, con más inquina si cabe. La gente tiene una idea muy equivocada, y cinematográfica, de lo que es un sicópata. Algo que también sirve para los corruptos, sean canchanchanes o de cuello blanco.
En cuanto al 11-S, ¿cuántos 11-Ss causan los yankis y otros imperialistas que se justifican como si tal cosa? Ay la dialéctica y la oratoria, cuánto daño pueden hacer tan nobles artes en nombre de una racionalidad que ellas mismas denigran y pisotean...
Fer
Anónimo, me temo que no he entendido bien tus palabras; lo de los psicópatas está claro, lo del 11-S me temo que no lo cojo. Supongo que es algo para hablar cara a cara.
En cuanto a los corruptos y los corruptores, solo hay que ser decente, a ambos lados de la mesa y saber que se juega con dinero público, pero cuando no se tiene decencia que se aprende desde pequeño y honradwz de cuna, pasa lo qie pasa. Yo he pasado deade el lado político porcasis similares y he dichi NO, la gente confunde ma magnesia con la maizena.
Completamente de acuerdo, la opción de decir NO está ahí siempre.
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