Desde la barrera: no me gusta esta expresión, no suelo utilizar el lenguaje taurino por obvias razones, pero reconozco que es certera como la que más. La vida me ha bendecido, usando para explicarlo una frase más que cursi, con muchos amigos, de los de verdad, y como tal esto es una bendición, valga la redundante redundancia. Muchos amigos con los que nunca tengo el tiempo suficiente para compartirlo con ellos, la vida es así de rastrera, nos maneja a su antojo, nos pone aquí y allá, nos mueve, nos sacude a su antojo. Otros a los que veo a menudo, con lo que hablo, si ni, por teléfono o incluso por whassaps. Otros a los que no veo nunca e incluso los hay que casi no recuerdo. Amigos todos, no obstante.
Ahora, ¡qué decir de cómo son! pues mucho de pocos, poco de muchos, nada de algunos.
Que digo lo que pienso es sabido, que poco me corto al decirlo, ídem y que esto me ha traído problemas, también. Alguna que otra bofetada cuando era niño, una puerta de cristal hecha añicos siendo adolescente, pérdida de relación con algún que otro indeseable, familiares muertos en vida... No puedo callarme, me resulta imposible, más si se trata de algo que considero injusto. En mi época universitaria mis amigos me preguntaban muchas veces: ¿por qué estás hoy indignado?
Cuando uno es abierto le cuesta entender a los que no lo son o lo son menos. ¿Qué estás pensando si después del rollo que te he metido no contestas ni mu? ¿Subes o bajas?¿Tienes frío o calor?
Son muchas las veces que escribo sobre algo que creo importante, que me come por dentro, ya sea sobre mí mismo, mi trabajo, sobre la vida, el mundo y sus vicisitudes. También sobre música, libros, animales, flores y hasta casas en el lago (cada uno tiene sus fetiches particulares).
¿Qué me supone entonces saber tan poco de muchos de mis amigos? Aquellos que siempre escuchan pero que nunca hablan o lo hacen en tan contadas ocasiones que no entran en mis estadísticas o, si me apuras, sólo esperan hablar para refutar lo que has dicho. Comparten lo que les llega pero sin aportar, de manera que aún a día de hoy me pregunto de qué pie cojean, a quién votan, por quién suspiran, si son felices en sus matrimonios, si tal vez reciben cada año un ramito de violetas o como Henrik Vanger una flor prensada. ¿Curiosidad? Nada de nada, no soy curioso. Más bien pena por desconocimiento o tristeza por ignorancia.
Termino con etimología de "amistad", Del lat. vulg. *amicĭtas, -ātis, der. del lat. amīcus 'amigo'. Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario